¿Qué NO es la crianza con apego?

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Fuente: Pixabay

Tan importante como comprender qué es la crianza con apego es tener muy claro qué NO ES. Porque hay muchas ideas preconcebidas que la reducen al absurdo y que generan la mayor parte de las críticas y de la presión externa que recibimos cuando criamos con apego, de forma respetuosa y consciente. Seguro que os suenan. A ver si coincidís con mis conclusiones sobre lo que no es criar con apego:

Criar salvajes

Esta es un clásico, de las que más gustan y de las que más juego da en las críticas. Que si la crianza con apego es dejar que los niños hagan lo que les da la gana sin ningún límite ni control. Que si se van a convertir en salvajes, en blanditos consentidos, en tiranos. Que si vamos a acabar en Hermano Mayor…

Se confunde con frecuencia la crianza respetuosa con la permisividad y no tiene nada que ver. Pero no es lo mismo decir “porque lo digo yo” que dar una razón. No es lo mismo decir no, que decir no y quedarnos a acompañar la reacción que ese no produce en nuestros hijos, validando sus emociones al respecto. No es lo mismo reconducir desde la calma, actuando ante algo que están haciendo, que hacerlo desde el enfado, reaccionando “a lo que nos hace sentir” eso que están haciendo. Porque la cuestión no es poner o no poner límites, o guiar y enseñar a nuestros hijos y reconducir aquellas situaciones que no sean adecuadas si no nos gusta la palabra “límite”. La cuestión es que podemos hacerlo desde el apego y el respeto.

Como madre yo pongo límites continuamente, aunque sé que este término genera algo de conflicto en crianza. Para algunas personas, los límites no son más que la forma bonita de decir castigo, o amenaza, o control. Para mí los límites son las barreras que yo, como adulta responsable de mi hija, delimito en el día a día para que pueda desarrollarse de forma segura y aprender en todos los aspectos de la vida.

Algunos tienen que ver con la seguridad y no son negociables. En absoluto. No nos asomamos a la ventana, no corremos donde hay coches. Aquí no hay margen, son límites claros. Si no, me quedo sin niña. También son límites no negociables los relacionados con el respeto a personas, animales y objetos: no pegamos, no insultamos, no dañamos… El respeto es innegociable.

Otros tienen que ver con los valores que son importantes en nuestra familia. Y ahí ya hay margen de aprendizaje e integración. Por ejemplo, cuidamos el orden unos mínimos. Los que hagan que a papá no le dé un jamacuco. O pedimos las cosas bonito, porque nos gusta que nos traten con consideración y tratamos así a los demás. Estos límites no son universales porque cada familia es un mundo y tiene su propia escala de prioridades pero sí son muy necesarios porque hacen que todos los miembros de la familia convivan en armonía respetando aquello que más importante les parece.

Y hay otros límites que sí son totalmente negociables y en los que no tiene sentido empecinarse. Al contrario, cuando nos adaptamos, enseñamos a nuestros hijos a adaptarse también y a buscar puntos de acuerdo en los que todos estemos conformes. Lo hacemos continuamente con todo el mundo, ¿por qué no con nuestros hijos? Habrá veces en que podamos quedarnos un poquito más jugando a algo, aunque tuviéramos pensado parar. Habrá veces en que no habrá ningún problema en cambiar un plan inicial. Habrá veces en las que podremos ceder sólo un poco para que todos estemos más a gusto (como cedemos con cualquier otra persona con la misma intención) y otras en las que podremos darles exactamente lo que quieren y no pasará nada. Cuidarnos los unos a los otros es la mejor forma de vivir felices y en armonía.

Tachar casillas

Otra idea errónea muy extendida. La «lista de la compra» con cosas concretas y específicas que hay que hacer para ganarse el carnet de padre con apego o algo. La lista concreta y específica que muchos padres y madres miran sintiéndose culpables porque no están haciendo “todo lo que hay que hacer para criar con apego”:

  • Lactancia prolongada
  • Colecho
  • Porteo
  • Blw
  • …..

Es fácil caer en etiquetas y que los árboles no nos dejen ver el bosque pero, de verdad, criar con apego seguro es mucho más y al mismo tiempo es mucho más simple que hacer A, B o C.

Es cierto que la crianza con apego suele fluir en esta dirección porque son cosas que surgen de forma lógica. Si yo quiero respetar el vínculo, el contacto y el ritmo de mis hijos pues es muy probable que portee, es muy probable que dé el pecho, es muy probable que duerma con ellos… pero no porque nadie me diga que va asociado sino porque es a lo que me va a llevar la situación de forma natural.

Pero no se tiene el doble de apego por hacer el doble de cosas o la mitad de apego por hacer la mitad de cosas. Si mi lactancia fracasa no pierdo puntos de apego. O si mis hijos se mueven como la hormiga atómica y compartir cama es incompatible con descansar y somos más felices buscando otra solución. O si el mero hecho de ver espaguetis con tomate desparramándose me sube la tensión o el miedo a que se atragante me bloquea de tal manera que el BLW no funciona en mi caso o dejo al niño con los abuelos y le dan purés. O si no me apaño con el porteo o, que también pasa, mi bebé está feliz en el capazo o en el suelo en una mantita y no veo ninguna necesidad de portear para hacer mis cosas porque, si quiero sentirlo cerca o él lo necesita, lo cojo en brazos y punto.

Son herramientas. Herramientas maravillosas que yo tengo a mi disposición que pueden facilitarme mucho la vida, que pueden ser útiles y positivas, que son preciosas y que seguramente van a surgir de forma natural. Herramientas que ayudan a la hora de establecer un buen apego. Pero hay muchas formas en las que yo puedo reconfortar a mis hijos y hacerles sentir seguros. De verdad, criar con apego, de forma respetuosa, no es seguir lo externo, es observar y observarse, escuchar y escucharse. Hacedlo si lo sentís y si vuestra vida es mejor haciéndolo, no porque venga en ninguna lista.

Sobreproteger

Como en la crianza con apego se respetan mucho los ritmos de los bebés y los niños, muchas veces desde fuera se tiene la idea de que somos madres y padres que no dejan respirar a sus hijos: “Pues va a ir a la universidad y la vas a llevar todavía en brazos”“no se va a soltar de la teta hasta que tenga 18 años”, “no lo vas a sacar de la cama nunca”, “hombre es que en algún momento tendrán que espabilarse, es que tampoco los puedes tener en una burbuja siempre…” Sobre esto, por cierto, os dejo aquí de nuevo el enlace a algunos zascas gloriosos si os tocan mucho las narices con el tema (jurl).

Pero sí es cierto que mucha gente tiene la idea equivocada de que criando con apego no los dejas crecer. Y no tiene nada que ver con eso. La sobreprotección tiene más que ver con la psicología de los padres que con el modelo de crianza. Y, si no, nos tomamos un café un día y os cuento un caso muy cercano de sobreprotección de lo más tradicional y adultocentrista (que mejor no cuento aquí para no meterme en líos diplomáticos familiares).

En la crianza con apego ni forzamos pasos ni impedimos que los den. Los acompañamos 🙂

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