Encontrar el carrito de bebé perfecto es muy, muy, muy difícil. Básicamente, porque es imposible. No existe un carrito perfecto y universal. Ya sabéis lo que os digo siempre con las sillas de coche: no hay una silla perfecta sino una silla «perfecta» para cada caso, para cada combinación niño-coche-presupuesto. Pues aquí lo mismo, aunque metamos más variables en la valoración. Así que no, no tiene sentido perder la juventud buscando el carrito perfecto como quien busca gamusinos. Pero sí podemos buscar un carrito que se ajuste lo mejor posible a nuestras prioridades, circunstancias y necesidades en NUESTRO caso particular. Y eso ya es más fácil. 😉
En nuestro caso particular, no somos los mismos ahora que hace seis años. Nuestras circunstancias son similares pero nuestras necesidades, prioridades y preferencias, no.
Cuando me quedé embarazada de mi hija pusimos el precio en el primer lugar a la hora de buscar carrito porque, como buenos primerizos, quisimos repartir nuestro presupuesto en un muy bien balanceado montón de trastos, de los que luego nos sobró el 75%. No nos fuimos a un carrito de gama baja (no os recomendaría un carrito de gama baja salvo que realmente no tengáis otra opción o lo vayáis a usar dos días contados y, por supuesto, SIN grupo cero), nos movimos en la gama media y cogimos un carrito que nos dio muy buen servicio en líneas generales. Un Britax B-Agile que se adaptaba bastante a lo que queríamos, cabía en mi maletero y salió muy bien de precio gracias a un ofertón, pero que tenía algunas incomodidades y limitaciones.
En ese momento nos dieron igual pero esta vez, lo siento, no tengo el brío ni las ganas de andar tirando igualadamente de dos cinchas para modificar el reclinado de la silla, por ejemplo. Ni el tiempo. Con dos hijos, treinta y nueve años a puntito de extinguirse y semi-insomnio post-traumático desde aquella etapa horribilis los dos primeros años de la peque, yo ahora quiero (NECESITO) cosas que me faciliten la vida.
Como esta vez ya sabíamos qué necesitábamos de verdad y qué no, teníamos mucho más claro dónde y cómo invertir y hemos comprado muy pocas cosas, pero muy escogidas. Con el carrito, esta vez, en primer lugar hemos priorizado comodidad yéndonos a la gama alta, que es donde suelen estar esos detalles realmente cómodos que parecen una tontería pero se notan un mundo en el día a día. Y nos hemos llevado a casa un Joolz Day+. No me olvido, no me olvido, no tardando mucho os lo reseñaré como os prometí por si os sirve de ayuda nuestra experiencia, dejadme que pasemos la etapa del capazo para poder hacerlo en profundidad 🙂
¿Por qué elegimos nosotros el Day+ de Joolz después de mucho mirar especificaciones y mucho hablar, mucho preguntar y mucho toquetear en tienda? Porque cuadraba con todo lo que habíamos anotado en nuestra lista de necesidades. Así que lo primero que tenéis que hacer es esa lista. ¿Qué necesidades tengo en MI caso particular, con MIS prioridades, MIS circunstancias, MIS características, MIS preferencias y MI forma de vida?
Para eso tenéis que haceros algunas preguntas importantes que os ayudarán a ir acotando las características que tiene que tener (y no tener) el carrito de bebé que os sirva a VOSOTROS, con todo lo que tenéis en VUESTRA lista.
1. Cuánto uso le voy a dar
¿Pretendo usarlo con este bebé y con más hijos en un futuro cercano? ¿Quiero usarlo hasta que mi hijo camine con soltura o voy a pasar a una silla de paseo en pocos meses? Hacerse este tipo de preguntas ayuda a acotar un tope lógico de presupuesto. Gastarse un pastizal tiene mucho más sentido si pensáis exprimir su uso durante años con varios hijos que si vais a necesitar una silla ligera de las de paraguas para la guarde en pocos meses y el carrito se va a quedar muerto de risa en el trastero. Entonces igual tiene más sentido invertir menos en esto y más en otra área.
Importante también para valorar la calidad mínima a partir de la que queréis empezar a mirar y que el carrito aguante en buenas condiciones ese tiempo… ¿voy a portear principalmente y a usar el carrito sólo para pasear los domingos o le voy a meter tal tute diario que se me va a caer a cachos?
2. Por dónde me voy a mover (y cómo)
¿Me voy a mover por ciudad o por otros terrenos? ¿Por zonas amplias o estrechas y complicadas? ¿Voy a usar transporte público? ¿Tengo que ir por escaleras o en ascensor a diario? Revisad vuestra movilidad día a día para valorar qué necesitáis que tenga (o no tenga) el carrito a nivel de tamaño, peso y maniobrabilidad.
Por ejemplo, si vais a moveros principalmente por ciudad y vais a estar todo el día de arriba abajo, cruzando semáforos, subiendo bordillos, usando transporte público y callejeando, probablemente en lo alto de la lista de prioridades esté la manejabilidad. Que el carrito gire bien, que sea ligero, que no sea un armatoste, etc.
Pero si vivís en el campo o junto a la playa y vais a pasaros media vida por la arena (no me lo contéis, que me da envidia), una de las características que deberían estar en primer lugar sería que el carrito tenga unas ruedas grandes y una buena suspensión para poder meterlo por terrenos complicados. Por el bien del carrito, el bien del niño y el vuestro propio, porque si no vais a acabar reventados los tres.
Si no tenéis ascensor, será fundamental buscar entre los carritos más ligeros (y con el plegado más rápido y sencillo) pero si tenéis ascensor ¡tened muy en cuenta que os quepa el carrito dentro! En las casas más modernas los ascensores están preparados para que quepa una silla de ruedas pero hay muchos pisos antiguos con ascensores antediluvianos en los que diez centímetros de diferencia entre un carrito u otro puede suponer que lo tengamos que subir a plomo por las escaleras.
No tengáis en cuenta solo cómo os movéis, también qué va a pasar cuando paréis de hacerlo. Puede parecer una obviedad pero el carrito no está en permanente movimiento y en algún sitio hay que guardarlo mientras no lo estamos usando. ¿Dónde voy a guardarlo? ¿Tengo sitio en casa para tenerlo preparado siempre o debo maravillármelas para sacarle un hueco y plegarlo cada vez que entre? No os dejéis estas preguntas olvidadas porque el carrito va a pasar muchas horas en casa, probablemente, durante muchos meses.
3. Cuánto voy a tener que plegarlo (y para qué)
¿Cuántas veces voy a llevarlo en el coche? ¿Va a ser a diario o en situaciones puntuales? ¿Mi maletero es pequeño y me limita de alguna manera? (ojo, muchas veces no sólo irá el carrito en él, tenedlo en cuenta no sea que luego os descubráis rascándoos el cogote pensando en cómo meter las maletas, o la compra) O, como hemos dicho antes, ¿tengo que plegarlo para subir por las escaleras o para tenerlo en casa? Preguntáos todo lo que creáis que puede ser importante en vuestro día a día de cara al plegado.
Valorad también cómo y cuánto pliega. ¿Pliega con la silla puesta o hay que quitarla? (que pliegue con la silla puesta puede ser algo determinante si tenéis que hacerlo varias veces cada día). ¿Se pliega fácilmente o me voy a romper las lumbares si lo repito mucho?, etc.
En nuestro caso, este era el primer punto en la lista. Básicamente porque mi coche tiene un maletero mínimo (de los que son verticales, con forma rectangular). Ese punto, el complicado e impepinable, es el que tenéis que poner siempre como prioridad y como punto de descarte inicial. ¿Qué os limita más? ¿Qué es lo que más necesitáis con diferencia? Subidlo a la primera posición y ahorraréis mucho tiempo buscando carrito.
¿Qué otros detalles son importantes para mí?
Para obtener las respuestas correctas, lo más importante es hacerse las preguntas adecuadas. Una vez os hayáis preguntado lo más gordo y hayáis hecho un mapa general de lo más importante o condicionante en vuestro caso particular, podéis continuar haciéndoos otras preguntas que os ayuden a hilar más fino. ¿Qué necesitáis en vuestro día a día? ¿Qué cosas pueden no importarle a otras personas pero serían un plus para vosotros?
Por ejemplo, si vais siempre cargados como mulas, estaría bien buscar carritos con una cesta inferior grande, donde podáis llevar bultos a tutiplén sin despeinaros. Si soñáis con ser Shiva porque siempre os faltan brazos, descartad todos los carritos que tengan dos asas y buscad sólo los que tengan manillar en forma de barra, que podáis llevar con una sola mano cuando no sepáis ni en qué tenéis ocupada la otra.
Si me aceptáis el consejo, la estética metedla en ESTE último paso. Dicen que los amores reñidos son los más queridos pero eso es más en la copla que en el día a día con un carrito que me encanta, que me parece preciosísimo, que me tiene enamorada… pero que no se me ajusta ni el huevo a lo que necesito.
En nuestro caso, esta vez teníamos muy claro qué queríamos de nuestro carrito:
- Que el plegado fuese compacto y fácil, tanto para meterlo en mi maletero como para guardarlo en casa.
- Que se manejase MUY bien. Nos hemos fijado mucho en que fuera fácil maniobrar con el carrito, buscando ruedas grandes, buena suspensión, un manillar cómodo, etc.
- Que se pudiese poner con la silla orientada hacia delante y hacia nosotros (con el primer carrito fue una de las renuncias que tuvimos que hacer y no me gustaba nada).
- Que fuera MUY cómodo a nivel de ajustes en el día a día. Esta vez nada de ajustar cinchas acompasadamente, la sillita se reclina con una sola mano. Esos pequeños detalles, que os comentaba al principio que tienen los carritos de gama alta, se agradecen lo que no está escrito. Y Joolz en concreto tiene infinidad. La hamaca reclina con una palanquita con una sola mano, el manillar es adaptable a la altura del «conductor» y tiene una forma ergonómica que se nota muchísimo en la posición que adoptan las muñecas, el reposapiés es extensible (esto me flipó)… y así podría seguir un buen rato pero me lo dejo para la reseña.
En vuestro caso, ¿tenéis claro qué queréis de vuestro carrito?
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