Perdóname las veces que soy injusta contigo

Llevo tiempo con la idea de este post rondándome la cabeza. Días en los que te miro y se me arremolinan pensamientos y emociones, y siento que necesito escribirlas en algún momento. Veces en las que me doy cuenta de que estoy siendo injusta, en las que veo que la estoy cagando y vuelvo a hacer acopio de moral para reconducirme, una vez más. Es desesperante pero en esas estamos. Entre lo que me pasa por dentro y lo que pasa fuera, me está costando mucho manejar el timón. Y esto, que no es culpa tuya, te lo estás comiendo tú sin sabértelo evitar. Por eso, mi vida, de todo corazón, como siempre te digo que hay que hacerlo… perdóname.

Perdóname las veces que estoy cansada, agobiada, saturada, siempre algún «-ada». Tengo una sospecha desde hace tiempo, quizá en ella esté la explicación de por qué me siento tan rara últimamente. Pero esto me lo dejo para otro día, porque este post no es el momento y porque a ti en realidad las razones de lo que me pase te dan igual, y así es como tiene que ser. Soy tu mamá y con eso basta. Pero detrás de la madre está la persona, y la persona me temo que a veces no llega.

Perdóname las veces en las que no consigo prestarte toda la atención que debería, toda la que tú mereces y yo quiero darte. Las veces en las que estoy mitad aquí y mitad allá, en el pasado o en el futuro, en las noticias del móvil, en la lista interminable de tareas pendientes o en la pura inopia, absorbida por ese millón de cosas que quizá no pasen nunca pero que me preocupan desde hace meses. Las veces en las que te miro con cara de pez cuando me dices algo y no me entero, y te pido que me lo repitas. Las veces, en resumen, en las que en vez de una madre te encuentras delante un puñetero holograma.

Perdóname las veces en las que me desbordo y pego un grito, y tú me miras con los ojos muy abiertos, sorprendida. Esa mirada me mata, me destroza, me arrea una colleja dentro de las que espabilan y me trae de vuelta al camino por el que siempre he ido y por el que sigo queriendo ir. Pero al mismo tiempo esa mirada me consuela porque si te sorprende es porque no es algo natural en nosotras, si te sorprende es que no te has acostumbrado, afortunadamente, y yo no quiero que te acostumbres a verme gritar, me pase lo que me pase.

Perdóname las veces en las que sé lo que debería hacer y no lo hago. Porque no tengo el tiempo, porque no me encuentro la energía, porque se me gasta la paciencia aunque la haya intentado recargar media hora antes o me quedo sin moral a mitad de un día. Porque no doy para más, ahora mismo. No doy para más.

Perdóname las veces en las que reacciono contigo por lo que me pasa a mí. A MÍ. Que lo veo cristalino y me lo digo: Marta, no, no tienes razón. Perdóname porque en esos momentos soy injusta contigo. Y aunque lo paro en cuanto lo veo, mucho mejor sería no iniciarlo, y ahí estoy fallando. Perdóname las veces en las que no soy la madre que te mereces, la que era y ahora no me sale ser. Perdóname por tener tan claro el mapa desde que naciste y estar tirando ahora para donde no es.

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2 comments

  1. Claudia says:

    Hola hermoso relato, me super identifico en el. Me da miedo pensar que no te deja ser la madre que eras. Por eso espero tu próximo posteo. Saludos

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