Somos humanos, no somos perfectos, nunca lo vamos a hacer todo bien. Podemos tener un mal día, podemos no saber manejar determinadas situaciones, podemos estar en un proceso de aprendizaje a nivel interior y gritar sin darnos cuenta (o sin terminar de saber cómo evitarlo) cuando estamos nerviosos o estresados. Nos puede ocurrir con nuestros familiares, con nuestros amigos, con nuestra pareja, o con nuestros hijos. Todos nos equivocamos. Pero gritar es eso: es equivocarme.
Cuando a mí se me escapa un grito con mi hija (y se me escapan) estoy equivocándome. Cuando se me escapa un grito con mi hija, no estoy sabiendo manejar esa situación desde la calma, me estoy dejando llevar por emociones que me están superando. La propia situación me está superando. Cuándo se me escapa un grito con mi hija, básicamente y hablando en plata, la estoy cagando. Continue reading →