No, no tienes que compartir

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Fuente: Pixabay

Llevo mucho, mucho tiempo, queriendo escribir sobre este tema en el que mucho me temo que, una vez más, voy contracorriente con ideas de otro planeta. Pero es que me impresiona cómo funcionan las cosas en cuanto hay varios niños juntos, me impresionan las ideas que se les inculcan sobre compartir y la distancia que hay entre el objetivo buscado y la realidad. Menos mal que bajo poco al parque (no valgo yo para esto) porque soy como una marciana cuando lo hago. Lo que veo en los parques podría considerarse una mezcla entre un sírvase usted mismo y el salvaje oeste pero, desde mi punto de vista, no es compartir.

¿Qué es realmente compartir?

Compartir es (y no lo digo yo, lo dice el diccionario) «dar [una persona] parte de lo que tiene para que otra lo pueda disfrutar conjuntamente con ella».

Y esto es importante porque compartir NO es coger las cosas de los demás, ni dejar que los demás cojan mis cosas, me las quiten. Compartir es DAR. Darlo . Para compartir, yo debo ver que otra persona necesita o desea algo que tengo y DECIDIR ofrecerle un poco para que podamos disfrutarlo juntos o bien la otra persona me debe pedir algo y yo DECIDIR dárselo. Compartir de verdad sale de MÍ.

Somos seres sociales, así que compartir es algo que ocurrirá de forma natural y gradual conforme el niño crezca. ¿Cuál es el problema? Que estamos tan condicionados por la presión social que queremos que todo vaya más deprisa de lo natural. Queremos que nuestros hijos compartan con cuatro años, con tres años… con dos años. Y no lo hacen (básicamente porque la empatía a edades tempranas todavía no está operativa, biológicamente hablando). Y, entonces, intervenimos nosotros, avergonzados porque nuestro hijo no sabe compartir y TIENE QUE compartir. ¡Tiene que hacerlo!

Hmm. Bueno, no tiene que hacerlo. En todo caso, tiene que aprenderlo, que es distinto.

Yo no quiero que mi hija comparta sin más, lo que quiero es que entienda la bondad de ser generosa con los demás, de ponerse en el lugar del otro e incluirle en lo que hace o lo que tiene, de ser amable. Y quiero que entienda también la conveniencia de esa decisión, porque ser egoísta no es nada recomendable en las relaciones sociales. Compartir o no compartir, como todas las demás elecciones de la vida, tiene consecuencias naturales: si no comparto nada, nunca, es muy probable que los demás tengan peor concepto de mí y no quieran relacionarse conmigo. Compartir es un aprendizaje más.

Y si yo la obligo a hacerlo… o la castigo si no lo hace… o si seguimos sin más la ley no escrita del parque, dejamos que todo el mundo coja lo que quiera sin preguntarnos si se lo dejamos y arramblamos con todo porque, oye, ahí está para mí, ¿qué está aprendiendo en realidad? ¿Qué aprendizaje ofrezco a mi hija si la dejo interactuar con reglas que en el futuro NO LE VAN A SERVIR?

Compartir no es eso que hacemos hacer a los niños. Yo no llego a la plaza mayor y cojo el móvil de la primera persona que veo o se lo pido esperando que me lo de sin más porque tiene que compartir. Ni se me ocurre pensar que tengo algún derecho sobre las cosas de los demás. Yo no dejo que cualquier se siente a mi lado en un banco del parque y revuelva en mi bolso a ver con qué se puede entretener. Yo no presto ni comparto todas mis cosas ni lo hago con todo el mundo. No todas las situaciones son iguales, no todos los días me siento igual, no todas mis posesiones significan lo mismo para mí ni me fío de todas las personas que me encuentro o que conozco como para dejarles algo. Aprender eso de niña no sirve para nada de adulta.

En cambio, aprender a pedir algo que quiera o necesite y tenga otra persona, aprender a respetar su decisión aunque sea un no, aprender a decidir por mí misma si quiero ofrecer algo a alguien y a respetar mi intuición al respecto, aprender la deriva a la que me va a llevar la forma en la que actúe con los demás y las consecuencias naturales que obtendré con ello, eso sí.

¿Qué sale del compartir mal enfocado?

Falta de empatía y respeto por los demás

Sólo cuenta lo que quiero hacer yo, no me pongo en el lugar de los demás. Puedo coger las cosas cuando yo quiera, sean de quien sea, porque el otro niño tiene la obligación de compartirlas. Sus deseos no importan, decido yo. Veo una pelota, la quiero, la cojo.

Falta de autoconfianza y respeto por uno mismo

Mis deseos no cuentan, soy malo porque los defiendo, debo anularme y complacer. Estoy a merced de los demás. No puedo decidir nada sobre mis juguetes. Si me los quitan, no puedo protestar o será peor.

Integración de un aprendizaje erróneo

Comparto porque me obligan (¿qué haré cuando no me obligue nadie?) e, igual que yo dejo que todos cojan mis cosas, tengo derecho a coger las de los demás también. Lo de la propiedad privada es un cuento chino (salvo la de mis padres, que sus cosas sí que son suyas y no las comparten con todo el mundo).

¿Qué sale del compartir saludable?

Empatía

Me pongo en el lugar del otro niño. A este niño le gusta mi pelota, le gustaría jugar con ella. A mí también me pasa con otras cosas de otros niños y me encanta que me dejen jugar con ellas.

Respeto

Por los demás y por mí mismo. Aceptar que pueden decirme que no y que yo puedo decir no. Los demás tienen derecho a decidir sobre sus cosas y yo tengo derecho a decidir sobre las mías, pero ni ellos ni yo tenemos derecho a decidir sobre las del otro.

Integración de un aprendizaje útil

Comparto porque tengo inculcado el valor de ser amable con los demás y la empatía al percibir sus deseos y necesidades, comparto porque sé que así nos divertimos más TODOS y sé que el juego es mejor si compartimos lo que cada uno lleva, comparto porque conozco las consecuencias naturales que tiene no compartir: si actúo así, los demás niños probablemente no querrán compartir tampoco sus cosas conmigo. Compartir es un acto amable y es bueno para mis relaciones sociales. No comparto si no quiero hacerlo y no espero que nadie comparta nada conmigo si no quiere hacerlo.

No, no TIENES que compartir.

¿Queremos que los niños crezcan con el mensaje interno de que no tienen ningún derecho sobre sus cosas, que deben dejarse pisar por cualquiera y reprimir sus deseos para complacer a los demás o, peor, para no tener su desaprobación?

¿Queremos que crezcan pensando que tienen derecho sobre las cosas de los demás, que sólo tienen que querer algo para cogerlo, sin necesidad de preguntar primero si pueden hacerlo o sin respetar la respuesta, aunque vean que el dueño de lo que quieren se siente incómodo?

¿O queremos que tengan empatía y respeto, tanto por los demás como por sí mismos, que escuchen su intuición para poder adaptarse a cada situación y que compartan voluntariamente porque han aprendido la bondad y la conveniencia de hacerlo? 🙂

No, no TIENES que compartir. Ni por defecto, ni por obligación. Ni con todo el mundo, ni todas tus cosas, ni en todo momento. Ni por aceptación social, ni por no pasar vergüenza.

Tienes que saber que las cosas de los demás se respetan y que las tuyas, también.

Tienes que entender por qué es bueno empatizar con el otro como te gustaría que hicieran contigo y qué consecuencias naturales tendrá que compartas tus cosas o que no lo hagas.

Tienes que saber discriminar cuándo compartir y cuándo no, porque cada situación será distinta.

Tienes que saber que no es posible agradar a todo el mundo y que ese no debe ser nunca tu objetivo, sino valorar cada situación de la forma más justa, correcta y respetuosa posible. Con los demás y contigo.

Y tienes que saber que yo nunca voy a forzarte a compartir si no quieres hacerlo ni voy a forzar a nadie a que comparta algo contigo si no quiere hacerlo. Porque compartir tiene que salir de ti para que sea compartir, y es lo primero que quiero que aprendas.

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Y, si quieres contarme tu punto de vista o tu experiencia, me encontrarás siempre al otro lado en comentarios o en redes 🙂

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8 comments

  1. Miri Castillo says:

    Me intrigo e inspiro mucho tu texto!, no lo había visto de ese punto de vista ya que normalmente eso no lo enseña la escuela (en la mía no) para tus padres no es »correcto», los maestros quieren que compartas lo más posible para que te vean o te sientas como una buena persona y lo que haces es por que tienes valores, en fin.
    Casi acabando de leer, me ocupé y dejé la pestaña abierta, para cuando llegué a terminar mi lectura, mis padres ya la habían acabo de leer por mi, me dijeron (regañaron) que este texto estaba mal empleado, llamaron »egoístas» a esas personas que no compartían o que tenían este <>
    Quisiera un consejo para hablar este tema más abiertamente y con puntos de vista diferentes que hagan que mis padres cambien de opinión, pero a la vez es contradictorio porqué no puedes hacer cambiar a una persona sin su autorización, sabes? ayuda por favor :((

    • Carita says:

      Hola Miri! Compartir es maravilloso, pero para que realmente sea compartir debe salir por propia voluntad, por propia convicción o deseo, no se puede imponer. Sino no es compartir, es ser obligado a dar o a dejar que nos cojan, que es diferente. Mi consejo es que extraigas tus propias conclusiones de aquello que te haga reflexionar y repensarte, al margen de los demás, que tienen que seguir su propio camino. Un abrazo!

  2. Mariana says:

    Hola . Queria porfavor que pongas um ejemplo de encontrarte en una situación en la que tu hija no quiere compartir un juguete o viceversa que alguien no quieras compartir con ella…como lo resolves o como actúas en ese momento. ?

    • Carita says:

      Hola Mariana! Pues con naturalidad y respeto, básicamente. Si mi hija no quiere compartir algo, a ella le diría que tiene derecho a no compartirlo si no lo desea, pero que cuando los demás comparten las cosas con ella, le gusta, que compartir es un gesto muy amable pero debe salir de ella para tener valor, y si no yo no la voy a obligar (aunque puede tener consecuencias negativas en su relación con los demás, si siempre es egoísta con sus cosas). Al otro niño/niña le diría, «lo siento, pero en este momento ella no quiere, y debemos respetarlo». Si alguien no quiere compartir algo con ella, al otro niño/niña no le diría nada probablemente, y a ella le diría «cariño, no quiere compartirlo y debemos respetarlo». Porque todo es de doble dirección en la vida, y si respetamos, debemos respetar ambos supuestos por igual. Un abrazo!

  3. Diana says:

    Tan de acuerdo una vez más contigo… yo intento que mi peque siempre pregunte a otro niño si quiere algo que tiene, si le dice que si, perfecto, si le dice que no pues debe aceptar que no se lo deja. Pero hago igual cuando le piden algo al mío, le pregunto si lo comparte, si se lo presta y respeto su decisión.

    ¡Un besote!

  4. Beatriz says:

    Me ha encantado este post y he tratado mil veces de hacérselo entender a mi marido, a las abuelas.. pero son los primeros (sobre todo las abuelas) en cogerle los juguetes a mi hija para «compartir» con otros niños.
    Como bien dices, es un proceso que deb aprender solos, y si no quieren compartir algo, ¡¡que no lo hagan!! A mí tampoco me gusta ir a los parques por este motivo.. ni me gusta que mi hija se piense que es dueña de todo y que puede coger a su antojo, ni me gusta tener que consolarla cuando otro niño ha cogido alguno de sus juguetes porque, lamentablemente, y por la presión social que hay en este tema, cuando otro niño le «roba» un juguete y veo que la madre sel susodicho sólo pone esa sonrisa de «niños…» yo soy incapaz de actuar y solo intento que mi hija no se lleve un mal rato… pero claro, no hay otra opción! Tampoco puedo ir dando clases de compartir o no a niños ajenos

    • Carita says:

      Hola Beatriz! Es muy difícil lo de la presión social… Y este tema en general es controvertido. Mucha gente lo lleva a extremos y al final, todo se reduce al respeto: respeto por las cosas de los demás y por los demás, respeto por mis propias cosas y por mí mismo. Y respeto los adultos por los niños. Un abrazo!

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