La vida con hijos va al mismo tiempo a cámara lenta y a cámara rápida. A cámara lenta en todos esos momentos bellísimos en los que el tiempo se congela mientras te dan un besito mojado, escuchas un te quiero a media lengua o, simplemente, miras esa carita inocente y pura y no puedes sentirte más feliz aunque lo intentes. A cámara rápida en casi todo lo demás. Parece que el día pase mientras intentas mantenerlo a raya y sólo te dé tiempo a lo imprescindible (¿desde cuándo ducharse, sentarse unos minutos o, yo qué sé, hacer pis… es imprescindible?). Parece que, aunque hagas listas para organizarte bien, nunca consigas sacar tiempo ni para leer la lista. No se sabe cómo, los niños absorben una cantidad inmensa de tiempo, dedicación y energía. Eso nos lleva, en ocasiones, a REACCIONAR ante lo que va pasando, en vez de ACTUAR ante lo que va pasando. Porque estamos cansados, porque estamos estresados, porque hacemos lo que podemos, porque vamos con inercia, porque nos lanzamos antes de pensar. Antes de observar. Y, si algo he aprendido en mi maternidad, es que al menos la mitad de ser madre consiste en observar antes de hacer nada. Hoy quiero hablar de eso tan importante que se nos pasa por alto tantas veces con una estrategia sencilla y fabulosa: el mando a distancia interior.
Hace mucho tiempo elaboré una pequeña lista de los libros que ayudaron a que yo sea la madre que soy y no la que, seguro, habría sido con menos consciencia y más ideas preconcebidas sobre los niños y su crianza. Libros que, por cierto, merece absolutamente la pena leer. Pero hay más joyas por ahí. Cuando leí «Aprender a educar sin gritos, amenazas ni castigos» de Naomi Aldort, algunas reflexiones fueron casi como una epifanía para mí. Estuve rumiando días una parte del libro que despertó algo en mí. Algo en lo que me reconocía, porque yo siempre he sido de saltar antes de pensar. Y algo que podía ayudarme a ser la madre que quería ser. Lo rumié hasta dormida, tratando de centrar los conceptos en algo concreto a lo que yo pudiera anclarme: algo fácil, rápido de recordar, útil. Y al final lo bauticé como el Mando a Distancia porque, con esas tres palabras, me viene de golpe todo lo demás. Me encantaría compartirla contigo por si también sirve para que seas el padre o la madre que quieres ser.
¿Qué es el mando a distancia interior?
Estoy segura de que, como yo, tienes un montón de mandos en casa con un montón de teclas que tienen una función determinada. Entre esas teclas hay cinco con las que quiero que intentes un ejercicio de visualización y extrapolación: Pause, Mute, Play, Stop y Rebobinar (las otras son icónicas pero paso de ponerlas todas en inglés, jeje).
Intenta verte como si tuvieras esas funciones. Como si pudieras apretar una de esas teclas en tu interior en las situaciones de tu día a día. Y, cuando se presente un desafío, cuando tu peque tire el plato de macarrones y tu salón se llene de tomate frito, cuando no puedas más con el estrés, cuando vayas por la quinta repetición de algo y sientas que vas a estallar, cuando pase, en resumen, cualquiera de esas cosas que pasan unas veinte veces al día cuando se tienen hijos, usa tu mando a distancia interior.
¿Cómo aplicar la estrategia del mando a distancia interior?
Ok. Imaginemos que estamos ante uno de esos desafíos cotidianos de la pa/maternidad. Imaginemos que estás a punto de estallar. En un grito, en una regañina, en una sucesión de quejas, en palabras que puedan dañar a tu hijo en lugar de guiarlo o educarlo. En una reacción, en definitiva. Una que todos tenemos porque somos humanos pero ante la que podemos detenernos recordando la primera tecla.
1. PAUSE
Cuando te sientas «a punto» de reaccionar, dale a Pause. No será parar, no es un Stop. Sólo es una pausa. Sólo son unos segundos para conectarte contigo mismo, con la situación, con tu hijo, ése al que ibas a arrollar con una reacción que seguramente no quieres tener pero no podías evitar. Dale a Pause. Respira. Espera. No te lances todavía. Y vamos a avanzar a la siguiente tecla.
2. MUTE
Esta la pulsamos mucho en la tele, cuando no queremos escuchar algo. Y también la podemos usar con nosotros mismos. Una vez que hayas hecho esa pausa, dale a Mute y deja que salga esa reacción que iba a salir, pero silenciada. Pasa la película en silencio. ¿Qué ibas a decir? ¿Qué ibas a hacer? Imagínate dejándote llevar tal como ibas y reaccionando sin haber parado. Imagínate, probablemente, gritando a tu hijo, o regañándole. Imagina tus palabras, tu tono, tu actitud. Mírate desde fuera como si fuera una película en Mute en la tele. Imagina también el efecto que tendría esa reacción en tu peque y los sentimientos que tendrás después tú. Deja pasar toda la película y pregúntate si es una reacción o es lo que quieres decir y hacer y, sobre todo, si es como lo quieres decir o hacer. Y pasa a la siguiente tecla.
3. PLAY
Ahora que ya has podido pararte y ya no vas a reaccionar sino a actuar, ahora que ya has podido ver por dónde ibas a ir y sabes si es eso lo que quieres, dale a Play de nuevo. Afronta ese pequeño desafío número chorrocientos tres mil de tu día a día con hijos. Habla, educa, guía… sin reaccionar. Actuando. Con tu conciencia, tu paciencia, tus circunstancias y tus capacidades. Como mejor lo sepas hacer. Pero actuando, sin reaccionar. Sin hacer en Play desde el principio todo lo que habrías hecho de no pulsar las dos primeras teclas.
Y ahora viene otras dos teclas más que, quizá, sean las más importantes.
4. STOP
Si no has podido pararte un segundo, si no has podido pasar la peli silenciada y te descubres reaccionando de una forma que NO quieres, si ves que la estás cagando, si una parte de ti se da cuenta de que no es esto lo que quieres pero ya estás metido de lleno en el Play, importante, no sigas. Dale a Stop. Aquí sí. Esta no es la película que queremos. No queremos seguir viéndola. Queremos pararla. Párala. No te preocupes por perder esa tan cacareada y mal entendida autoridad. Al contrario: enseña a tus hijos de la mejor forma, con el ejemplo, que cuando hacemos algo mal, podemos pararlo. Y dale a la última tecla.
5. REBOBINA
Es tan sencillo como ir hacia atrás y volver a empezar. Tan sencillo como la sinceridad y el ejemplo vivo: «Espera. No es así como quiero hacer esto. Voy a volver a empezar, hijo». Rebobina. Enseña a tus hijos que podemos volver a empezar. Y empieza de nuevo, como quieras hacerlo realmente.
Desde que leí aquel libro y rumié como si fuera una vaca, con cuatro cerebros, no he dejado de recordarme esas tres palabras cada vez que siento que estoy a punto de reaccionar. Es mi mantra particular: Mando a distancia. Como la hipnosis en la que te crees una gallina cuando dicen la palabra clave. Mando a distancia, y le doy al Pause siempre, lo primero de todo. A ver qué es lo que me iba a salir. A ver si lo quiero o no. Me sirve muchísimo de ayuda. Espero que a ti también.
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Millones de gracias! Llegas en el momento más oportuno….. espero ser capaz de darle al stop cuando el cocodrilo ya ha salido…. cuando no me gusta lo que estoy viendo, lo que pasa y aún así sigo….. Luego me siento fatal però no logro aprender…. por qué? En fin, que muchas gracias y espero poner en marcha mi mando a distància! Un abrazo, Núria
Hola Núria! Me alegra mucho! Espero que te ayude esta estrategia. Llevamos muuuchos años de inercia y todos los cambios cuestan. Ánimo! Un abrazo
Pues me ha encantado tu estrategia, yo hago algo parecido pero no tiene un nombre clave simplemente es decirle en voz calmada y mirandole a los ojos, lo que esta haciendo mal, y me va funcionando, porque si empiezo a gritar salimos perdiendo todos, yo por que me hago mala sangre y ellos porque entenderán que solo con gritos se solucionan las cosas. Un abrazo!
Hola Silvana! La calma siempre es una buena estrategia. Un abrazo!
Hola guapísima, creo que no alcanzas a saber lo que este post puede ayudar a otras mamis. Al menos, hablo de mí, me voy a imprimir tu post y me lo voy a leer durante días. Porque llevo meses intentando leer o dar con un texto o algo que me ayude a controlar mi genio, mi temperamento… mi gran defecto!!! y que poco a poco va saliendo a veces sin control, porque los mellis tienen ya 13 meses y me están poniendo a prueba y desafiando cada día, en cada cosa nueva que aprenden. Y no lo llevo bien… quiero ser una mamá dulce. No quiero mi infancia para ellos, pero quizás por eso… porque viví mi infancia así, en los momentos críticos me sale el ogro que llevo dentro. Y luego lloro muchísimo porque no quiero ese ogro dentro de mí. A ver si el mando a distancia me ayuda a frenar. GRACIAS!!
Hola guapa! Me alegro mucho de que te sirva de ayuda. Es una estrategia fabulosa, porque es super útil y muy fácil de aplicar. Es normal que tiendas en automático a hacer lo que viviste, criar de forma consciente y distinta a como nos criaron o como se cría generalmente es un gran trabajo. Tú tranquila, lo vas a hacer muy bien, lo estás haciendo muy bien. Este trabajo interior es otro aprendizaje para tus peques. Ni mamá dulce ni ogro, una mamá real, una persona, que crece igual que lo hacen sus hijos. Un abrazo enorme!
A mi me queda tanto por aprender… mi niño tiene casi 21 meses y es pura acción, muchas veces me agota y me cuesta actuar como quiero. Lo peor, es que después te sientes fatal y la peor madre del mundo porque no tienes toda la paciencia que querrías.
A ver si puedo sacar un hueco y leo alguno de los libros que nos recomiendas.
Hola Diana! Es que es difícil. En los momentos buenos es «fácil», si sabes lo que quieres hacer. Pero no todos los momentos son buenos, y todos somos humanos. Nos cansamos, nos agobiamos, nos estresamos y tenemos derecho a tener nuestra pájara también. Pero es una estrategia buenísima porque esa pausa inicial lo cambia todo. Y saber que podemos rebobinar, también. Un abrazo!!