Hay dos formas de ser libre siendo mujer. Para una de ellas, aún hay que cambiar el mundo. Es algo que espero que ocurra, poco a poco, mientras tú creces. Pero para la otra no hay que esperar a nada, mi vida, la otra está en ti. Y espero saber transmitírtelo. Saber enseñarte a ser tú misma sin condicionarte, sin encasillarte, sin pensar que debes ser un tipo de mujer, u otro, para ser válida. Sin crecer acumulando conceptos equivocados sobre ti misma porque miras hacia fuera en lugar de mirar hacia dentro. Así crecí yo. Mi niña… tú crece libre.
Hubo un tiempo en que ser mujer me pareció TAN difícil. Bello, único y maravilloso… pero difícil. Porque era imposible «acertar», por más etapas que atravesé. Intenté ser princesa, y no me salió. Intenté ser perfecta, y nunca lo fui. Intenté ser guerrera, y no me cuadró. Intenté encajar en un modelo de mujer. Y ese fue el error.
No hay un modelo de mujer, cariño, no lo busques, no te encierres en ninguno, crea el tuyo, el que te haga sentirte tú. Sé princesa. Sé guerrera. Sé perfecta e imperfecta. Sé todo lo que sientas por más incompatible que parezca y por mucho que te digan desde fuera. Tú mira hacia dentro y descubre cómo eres. Puedes ser todo… si eres siempre TÚ.
Y es TAN fácil ser mujer cuando comprendes esto. Bello, único, maravilloso… y fácil. Cuando sabes que no tienes que demostrarle nada a nadie, sólo a ti. Cuando entiendes que no debes seguir ningún camino, sino andar el tuyo. Cuando te das cuenta de que eres igual de válida decidas lo que decidas, seas como seas, te arregles lo que te arregles, te guste lo que te guste… si eres siempre TÚ.
No hay nada que demostrar, corazón. Ningún camino marcado que seguir, ninguna casilla que marcar, ningún modelo en el que encajar, ninguna barrera ante la que parar. Sé la niña que quieres ser y conviértete, poco a poco, en la mujer que quieras ser. Mirando hacia dentro, nunca hacia fuera. Búscate, que es lo más bonito que hay.
Crece libre, mi niña.
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