Con los bebés solemos hablar de edades. Con el primer hijo, sobre todo, tenemos la tendencia a buscar referencias tipo «¿con cuántos meses…?» ¿Con cuántos meses empieza a gatear un bebé? ¿Con cuántos meses puedo cambiar al bebé del capazo a la sillita? ¿Con cuántos meses hay que iniciar la alimentación complementaria? Y sin embargo, más que hablar de edades, con los bebés deberíamos hablar siempre de DESARROLLO.
Un bebé empieza a gatear cuando su desarrollo físico y motor lo permite, cuando su aparato musculo-esquelético se ha fortalecido lo suficiente y su sistema nervioso ha alcanzado el nivel de desarrollo necesario para permitir la coordinación necesaria. No deberíamos pasar al bebé del capazo a la sillita antes de que su espalda esté lo suficientemente desarrollada como para sostener su peso sin dañarse. Es decir, lo importante no es la edad sino la capacidad, maduración y desarrollo.
Los bebés no alcanzan un hito madurativo en una fecha determinada y universal. Unos lo harán en el momento «esperable», otros un poco antes y otros un poco después por lo que, aunque tengamos una fecha de referencia, SIEMPRE tenemos que estar atentos al desarrollo.
Empezar a comer también es un hito madurativo y, por tanto, también debemos tener en cuenta el desarrollo. «¡Pero me han dicho que empiece a los seis meses!». Sí, seis meses es la edad a la que se recomienda empezar con la alimentación complementaria actualmente. Pero esto no significa que tengamos que empezar exactamente el día que cumple los seis meses.
¿Por qué se pauta empezar la AC a los seis meses?
Por varias razones. En primer lugar, en los primeros meses de vida realmente no hace falta ningún alimento ni nutriente más allá de la leche, especialmente si das teta. En este caso, además, esperar esos primeros seis meses ayuda a proteger el período de lactancia materna exclusiva recomendado por la OMS y las Asociaciones de Pediatría sin interferencias.
Por otro lado, a los seis meses normalmente se han alcanzado ya los hitos madurativos que nos indican que un bebé está preparado para comer a nivel de desarrollo tanto psicomotor como digestivo:
1. El reflejo de extrusión ha desaparecido
El reflejo de extrusión es un mecanismo de defensa que tiene el bebé para expulsar de la boca cualquier cosa que no sea una teta (o una tetina) cuando todavía no está preparado para tragar. Suele desaparecer entre los cuatro y los seis meses, a medida que el sistema digestivo y renal maduran y empiezan a estar capacitados para tolerar algo más que leche. Es decir, que un bebé al que le intentan meter comida en la boca y la saca fuera con la lengua una y otra vez no es que sea monísimo (bueno, sí, pero no), es que NO está preparado para comer nada todavía.
2. El bebé tiene coordinación ojo-mano-boca
Es decir, es capaz de ver un objeto que le interesa, llevar la mano hasta él para agarrarlo y llevárselo a la boca. Normalmente en torno a los cuatro meses los bebés empiezan a practicar la coordinación ojo-mano-boca (esa época en la que se llevan a la boca absolutamente todo lo que pillan, ya sea el sonajero o una zapatilla de andar por casa). Generalmente, sobre los seis meses el bebé ya ha alcanzado el nivel de psicomotricidad mínimo necesario para poder comer, sobre todo si tenemos previsto iniciar la alimentación complementaria siguiendo el método BLW (Baby Lead Weaning).
3. El bebé puede mantenerse sentado
Es decir, mantenerse por sí solo o con una ayuda mínima, como el apoyo que supone el respaldo de la trona. Aunque no vayamos a hacer BLW y pensemos que no es tan importante que se mantenga erguido por sí solo porque vamos a darle la comida nosotros y no necesita tener las manos libres para poder cogerla él solo, este punto es imprescindible para poder comer en una postura segura. Tanto por evitar atragantamientos (comer tumbado o semitumbado es peligroso) como para que la musculatura del tronco sea lo suficientemente fuerte como para gestionar arcadas (en las que el bebé necesitará hacer un pequeño vaivén con el tronco) o para toser y expulsar el alimento que le esté molestando.
4. El bebé muestra interés por la comida
Un interés específico por la COMIDA, no el que tiene por la zapatilla de andar por casa o por el pitorro del radiador. La curiosidad de los bebés es una fuerza imparable que les hace llegar donde sea. Si dejamos que su curiosidad por vernos comer se despierte por sí misma, la pulsión de imitarnos será el siguiente paso natural. Y cuanto más interés muestre más éxito tendrá el inicio de la alimentación complementaria, sobre todo si queremos hacer BLW, donde es el bebé quien dirige el proceso.
¿Por qué estos hitos en concreto?
Si no interferimos intentando adelantar pasos naturales, los bebés empiezan a hacer las cosas sencillamente cuando están preparados para hacerlas. Ya sea voltearse, gatear, andar, correr, saltar o comer.
Un bebé está preparado para empezar a comer cuando su desarrollo a todos los niveles ha llegado al punto en el que es capaz de llevarse comida a la boca y comérsela en todo lo necesario para ello: le interesa, se mantiene sentado con las manos libres para poder cogerla y llevársela a la boca, puede tragársela y gestionar una arcada o un acceso de tos. Si respetamos que alcance de forma natural este nuevo hito, podremos tener la seguridad de que está preparado para hacerlo. Y esto es muy importante porque si nos adelantamos podemos forzar su organismo con alimentos que aún no puede tolerar a nivel madurativo, exponiéndonos a alergias, intolerancias u otros problemas digestivos.
Así que insisto. Siempre, siempre, siempre guiáos por el desarrollo.
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