La verdad es que reciclo desde que tengo uso de memoria. En los tiempos en los que el cubo amarillo era una utopía futurista, mis padres ya separaban las pilas y los vidrios y los llevaban allí donde hubiera un contenedor, que solía ser en el quinto pino. Es algo que tengo integrado desde siempre e intento que mi hija crezca también considerándolo tan natural como respirar y tan lógico como inapelable. «Mami, ¿en cuál va?» es pregunta habitual en casa.
Pero, quizá porque lo reciclamos todo, hace tiempo nos volvimos conscientes de la cantidad aberrante y exagerada de plásticos que entraban en casa. Ver cómo la bolsa amarilla se llenaba en cuestión de minutos cuando veníamos de hacer la compra nos hizo preguntarnos: «Vale, aparte de reciclarlo, ¿no podríamos, precisamente… REDUCIR la cantidad de plástico que entra en casa?»
Os cuento algunos hábitos muy sencillos que hemos cambiado para conseguirlo:
A la hora de comprar
Ya no cogemos bolsas en las tiendas
El año pasado nos invadió el espíritu de Marie Kondo e hicimos una limpia que pa qué. Y durante esa limpia, en el trastero apareció como un millón y medio de bolsas de plástico de hace ni se sabe. Eso, hoy día, en mi casa es imposible.
Siempre que vamos a comprar comida nos llevamos bolsas reutilizables. Cuando se nos pira la pinza y nos las dejamos en casa (que nos pasa) o improvisamos una compra no prevista, pasamos las cosas directamente del carro al maletero y al llegar al garaje subimos a casa a por las bolsas. O cogemos las cajas de cartón que empiezan a ofrecer en el super para llevarte la compra de forma sostenible. O nos montamos una minipirámide equilibrista si son pocas cosas. La creatividad es super sostenible y además te mantiene la mente ágil. 😀
Y no solo con la comida: rechazo todas las bolsas posibles siempre que pueda apañar mis compras metiéndolas en el bolso si son pequeñas, aprovechando la primera bolsa para meter el resto de las compras o llevando una de tela, que ni ocupa ni pesa 😉
Compramos a granel todo lo posible
No sé cuánto tiempo hace que no compro fruta en una bandeja preparada. Me desespera la cantidad de plástico film y poliespán que acaba en el cubo amarillo en un momento y, encima, son más caras. Sin mencionar que, sinceramente, me cabrea ver un pepino envuelto en film. En serio, ¿qué necesidad hay?
Así que, desde hace mucho tiempo ya, compramos a granel siempre que podemos. Frutas, verduras, hortalizas, frutos secos, cereales, legumbres… hay un montón de alimentos que se pueden comprar a granel. Me diréis: pero también tienes que coger bolsas de plástico para pesarlo. Pues ¡no! Muchos supermercados ya están poniendo bolsas de papel para comprar al peso. Si no tenéis uno de ellos a mano, la mejor solución es llevar bolsas de tela transpirables y reutilizables de casa.
O en el mejor envase disponible
Mejor una huevera de cartón que una de plástico. Y aunque se sale un poco del tema, ya puestos, mejor una huevera de cartón que una huevera de cartón envuelta en otro cartón. Qué manía con poner cosas innecesarias para hacer bonito. En los envases, minimalismo.
Y, si no hay más remedio, en el mayor tamaño disponible
En la playa, por ejemplo, donde no hay más tu tía que beber agua embotellada en plástico, cogemos siempre las garrafas más grandes. Normalmente de 8 litros porque, por si os sirve, las hemos encontrado de polietileno de alta densidad (HDPE), considerado el más seguro para almacenar a largo plazo porque es de los más estables e inertes y no desprende toxinas. En el siguiente punto hablamos de eso…
A la hora de almacenar
Hace poco un estudio revelaba que el 97% de los niños alemanes tiene restos de plastificantes en la orina y la sangre, un dato que consideraban extrapolable al resto de países europeos. Es decir, vivimos tan rodeados de plásticos que el problema ya no es solo que acaben en la basura, en el mar e inundando el planeta. También acabamos invadidos nosotros, en nuestro organismo. Y es que hoy día hasta LA ROPA contiene plástico. Pero con el tema de mezclar plásticos y comida confieso que estoy especialmente emparanoiada.
Por eso hemos ido cambiando hábitos también en la cocina y ya no almacenamos en plástico. Nuestra nevera y nuestra despensa están llenas de tuppers y botes de cristal y hace mucho que hemos desterrado el plástico film. La fruta abierta la ponemos simplemente sobre un plato con la mitad cortada hacia abajo para que no se oxide, las sobras en tuppers o tapadas con un plato, el sandwich de la peque envuelto en papel de cocina y dentro de su bolsita del cole…
Antes teníamos también siempre botellitas de plástico a mano al salir por ahí, en la mesita de noche o en la nevera. Desde hace un tiempo, las hemos sustituido por botellas de cristal (las hay envueltas en silicona que resisten hasta con niños), termos de acero inoxidable o, en el peor de los casos, tritán reutilizable.
¿Por dónde continuar reduciendo?
Esto es lo que estamos haciendo nosotros, al menos por el momento pero, si os animáis a seguir reduciendo el plástico en vuestras vidas, también se puede:
- Comprar a granel también los productos de higiene en tiendas sostenibles llevando los envases desde casa, cambiar a pastillas de jabón o desodorantes sólidos o incluso fabricarlos DIY
- Usar cepillos de dientes de bambú y cepillos de pelo de madera y cerdas vegetales
- Usar pinzas de madera en lugar de pinzas de plástico
- Reemplazar las bayetas de poliéster por otras de fibras vegetales
- Usar utensilios de cocina de madera, bambú o acero inoxidable.
- Usar biberones de cristal (los hay también envueltos en silicona)
- Pasarse a la copa menstrual
- Priorizar los tejidos naturales y huir de los acrílicos, especialmente con los peques
¿Mi consejo? No os volváis locos, porque cuando uno empieza a fijarse en la cantidad de plásticos que le rodean es fácil que pase una de las siguientes dos cosas: o emparanoiarse e intentar cambiarlo TODO o abrumarse porque es demasiado y relegarlo al último rinconcito de la memoria para no pensar en ello. Así que id poco a poco reduciendo, de más a menos importante, hasta donde os sintáis cómodos o podáis gestionarlo (por dinero, por tiempo o por esfuerzo).
Con reducir a mínimos los plásticos desechables ya damos un primer paso para vivir en un mundo sostenible o, más bien, para que no se acabe volviendo insostenible del todo algún día. Si además reducimos los plásticos que están en contacto con lo que comemos y bebemos, eso que nos llevamos para nuestra salud.
Al final gestos muy simples pueden reducir muchísimo el plástico que entra en casa. ¿Os animáis?
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Muy buen artículo, me ha encantado.Nosotros llevamos cerca de 6 meses reduciendo el plastico y hombre cuando vas a comprar a las tiendas tienes que organizarte bien para que no te carguen de plastico envasado, en casa es mucho mas fácil.
Hola Patricia! Sí, al final no sabes cómo evitar venir cargado de plásticos! Un abrazo
La verdad es que es muy facil reducir el plastico y no lo hacemos por pereza o desconocimiento.
Gran articulo
Gracias Sonia. Un abrazo