Mi hija siempre ha sido inusualmente prudente. En siete años nunca he tenido miedo de que abriese un bote de lejía o cualquier otra cosa típica que se os ocurra. Ni siquiera bien pequeñaja hacía el intento de abrir muebles si yo le indicaba que no debía hacerlo.
El chiquitín en cambio es un investigador nato, todo le llama la atención y todo lo manipula. Intenta abrir cajones y puertas, se pone de pie colgando del tirador de la puerta del horno, se estira para alcanzar las sartenes, se mete a gatas dentro del mueble para llegar a un tupper del fondo y ya os compartí el magnífico paseo que se pegó con ocho meses tumbado encima del robot aspirador. Encima de intrépido, es resistente. Si se la pega, lo supera y vuelve a intentarlo. Cuando sea mayor será imparable… si sobrevive de pequeño, claro. Y de eso va el post de hoy: ¿cómo proteger la casa para conseguirlo?
Lo primero que comprende una cuando tiene un bebé que lo toca e investiga todo es que hay que acabar protegiéndolo «todo» también. Esto es algo que me ha costado, no creáis. Llevo siete años pensando más o menos lo contrario pero es que vengo muy mal acostumbrada de su hermana. Y dar las cosas por sentadas cuando tienes hijos es como escupir hacia arriba.
Por eso ahora el karma de la crianza me ha mandado en el segundo round a este pitufo explorador que no conoce el miedo ni tiene límites y, una vez comprobado que el día a día empezaba a parecerse a Destino Final, no me ha quedado más remedio que cambiar el chip y ponerme en serio con la seguridad en casa. Os comparto cómo lo hemos hecho por si también tenéis un bebé que pinta todoterreno y sudores fríos en aumento.
Algunos consejos antes de empezar
➡️ Lo primero es saber qué puede suponer un riesgo. Ya veréis que cuando os pongáis a anotarlo todo habitación por habitación van a salir más cosas de las que pensabais. Sobre todo si tenéis en cuenta que el riesgo es de doble dirección: que algo sea un peligro para el bebé o que el bebé sea un peligro para algo.
➡️ Listar y ubicar todo no significa que haya que protegerlo TODO. Hay riesgos que son asumibles y otros que no. No es lo mismo pillarse un dedo o tirarse encima algo pesado. Así que sentáos en el suelo en cada habitación (para ver qué queda al alcance del peque) y apuntad todo aquello que suponga un riesgo que no estéis dispuestos a asumir.
➡️ Tened en cuenta el carácter. Se ve pronto y se ve con claridad. Con mi hija no me hizo falta poner más que cuatro tristes esquineros. Esta vez la casa parece una filial de Fort Knox. Pero es que este chiquitín es un peligro andante.
➡️ Cambiad temporalmente de ubicación todo aquello que no deba estar a su alcance, y/o queráis que sobreviva a esta etapa. Por muchos bloqueos que existan, reubicar temporalmente lo más peligroso o delicado es mejor (y más barato).
➡️ Buscad asesoramiento. No siempre es fácil saber cuál es la solución más adecuada para cada cosa viendo fotos. Escribid a alguien que sepa del tema y preguntad.
Yo contacté con Segurbaby (os los enlazo por si os sirven de ayuda porque es que, de verdad, merecen ser recomendados) Hace seis años asesoraron a mi madre para elegir una barrera para la escalera en su casa así que en cuanto empecé a ver el panorama les mandé una especie de S.O.S con una descripción del pollo. Fueron encantadores: repasamos mi lista de zonas peligrosas punto por punto, me pidieron fotos de todo aquello en lo que tuvieron dudas y me orientaron para encontrar la mejor solución a cada problema (en este cajón no se puede poner bloqueo magnético, en este sí, aquí pon mejor este tipo de esquinero que es el que mejor despega luego…). Supe exactamente qué pedir con la seguridad de que me valdría donde lo quería poner, así que os recomiendo totalmente que antes de comprar, preguntéis siempre y que lo hagáis a alguien que sepa del tema (¿a que este consejo me lo habéis leído ya en otros campos de seguridad? 🙂 )
Es más, el criterio de alguien que está super habituado os puede ayudar a ver cosas en las que no habíais caído. Yo no tenía contemplado poner un bloqueo en el WC hasta que pregunté qué era lo peor que podía pasar (meter la mano, pillarse un dedo, beber agua del WC como hizo mi madre a los diez meses en tacataca) y me respondieron: «que te tire el móvil dentro».
Qué proteger en casa
Ventanas
Nadie sabe el miedo que da una ventana hasta que tiene un hijo y se lo imagina encaramándose a ella. Con mi hija ya me daban sudores aun sin fundamento pero con este pitufo tengo pesadillas. Bloqueo al canto lo primero, para evitar que las abran. El problema es que poner un bloqueo soluciona a medias, sobre todo si en verano es imperativo tener abierto porque no tenéis aire acondicionado, como es nuestro caso. En estos casos, hay mallas de seguridad que soportan cientos de kilos. La estoy contemplando para el verano que viene al menos para la ventana de los niños, la verdad.
Si la ventana no es corredera, os diría también que os curéis en salud poniéndole esquineros. Por lo menos si tenéis ventanas afiladas asesinas como las mías. A los niños aún no les han hecho nada pero a papá lo tenemos marcado ya en dos zonas. Yo no sé en qué piensan cuando construyen.
Escaleras
Otra de las zonas más peligrosas. Nosotros no tenemos pero mis padres sí y fue lo primero a lo que le metieron mano. No recuerdo ahora mismo si la que pusieron ellos (que es fantástica porque además de ser muy seguro y cómoda de usar no molesta nada visualmente) era de la propia marca Segurbaby o de Baby Dan, que tiene un catálogo enorme de barreras de todo tipo buenísimas.
Pero buscad algo bueno, por favor, que tenga garantía de seguridad. En otras zonas se pueden hacer apaños más o menos caseros. En la escalera, id sobre seguro.
Enchufes
Ojo con esto que igual no os hace falta protegerlos. Si la casa es relativamente moderna suelen venir ya protegidos. Si la casa es antigua, os tocará poner protectores. Hay varios modelos, algunos son tipo «tapa» (los tienes que retirar para poder enchufar algo) y otros permiten el uso del enchufe (pero con algún mecanismo de seguridad, como realizar un giro o empujar). Desde mi punto de vista, sin duda los segundos. Así no hay opción a olvidarse de volverlos a tapar.
Esquinas
Con los cantos uno se la puede jugar. Lo peor que puede pasar es un chichón (aun así yo he protegido el de la cama, después de que la peque, que es la tranquila, se marcara sangre en la barbilla de un porrazo). Pero con las esquinas un tropiezo con mala fortuna puede costar un ojo. Así que al menos las esquinas que queden a una altura compatible o en zonas de paso yo os recomiendo protegerlas. Hay esquineros de todo tipo. Los que más me gustan son los de espuma, son hiperblanditos y protegen genial. Además hay varios tonos y grosores así que puedes encontrar una solución estética para casi todos los tonos de mueble (que al final se van a quedar puestos bastante tiempo).
Cajones y muebles con compuerta
Todos los que tengan algo peligroso dentro y queden al alcance deberían estar bloqueados desde que el bebé empieza a gatear y trastear. También es mejor bloquear los que tengan cosas que, sin ser peligrosas para el bebé, no queréis que toque (quien dice tocar dice revolver, lanzar o vaciar). Si os preocupa poner cosas en el exterior de los muebles, hay algunos bloqueos magnéticos que son una solución fantástica. No valen para todo, cuidado, como os puse antes. Tiene que haber el espacio suficiente para instalarlos en el interior. Pero si os cuadra (preguntadlo) para mí son la mejor opción. No solo por estética, aunque evidentemente es un plus porque al ser interiores ni se ven ni arriesgas la superficie externa del mueble con el adhesivo 3M que lleva la inmensa mayoría de protectores y bloqueos. También porque dejan menos holgura que otros tipos de bloqueos y por tanto evitan también mejor que quepa un dedito furtivo en los intentos de abrirlos. A ver si os dejo un vídeo de cómo funciona el bloqueo magnético de BabyDan que es el que yo cogí y conozco.
En los cajones que no tengan nada que os importe que pueda acabar esparcido por el suelo, removido o lanzado por los aires podéis poner simplemente un antipilladedos para que ninguna incursión de trasteo inofensivo acabe en el llanto desesperado de haberse pillado los deditos (un cajón no mola solo abrirlo a ver qué tiene dentro, también columpiarse en él abriéndolo y cerrándolo cada vez con más alegría).
Muebles altos o pesados que puedan volcarse
Ancladlos. Hay correas baratas y sencillas y, en algunos casos, podéis poner una simple escuadra. Mi primo se tiró encima una estantería trepando (¿recordáis cuando os lo conté esperando que mi hijo no saliese así? ains…)
Puertas
Si tenéis una casa con mucha corriente de aire o un ritmo de vida en el que podáis visualizaros cerrando una puerta sin mirar, muy estresados, y oyendo un grito después, ya sabéis: otro punto a proteger. Ojo, no solo hay que evitar portazos protegiendo el lado de la puerta del picaporte. ¡Importantísimo proteger el hueco de las bisagras! Hay topes de quita y pon pero yo os recomiendo mejor una tira antipilladedos para curaros en salud y evitar que puedan meter los deditos dentro en ningún momento ni por ninguna rendija.
Horno y cocina
Siete años llevo diciéndole a mi marido que no ponga las sartenes con el mango hacia fuera, desde que nació la peque. Siete largos años. Ha tenido que llegar este pollito frito para convencerle y, más aún, hacerle ir más allá. Ante un peque que se estira desde los ocho meses para llegar a ver qué carajo habrá allá arriba que parece tan impresionante, no ha quedado más remedio que poner una pantalla protectora y quitarnos de líos.
Os recomiendo también un bloqueo para la puerta del horno. Que sepáis que el tirador es una pasada de guay para colgarse de él loco de alegría. Yo lo dejo dicho.
Cualquier mueble con productos tóxicos o peligrosos
Medicinas, productos de limpieza, pilas, herramientas, objetos cortantes, punzantes o que puedan provocar fuego, objetos pequeños con los que puedan asfixiarse (botones, piezas pequeñas de juguetes). Cualquiera de ellos puede suponer un susto o peor, una desgracia. Si podéis, mantenedlos en zonas inaccesibles. Si no, no os la juguéis, poned un bloqueo.
Lo mismo os diría con todo aquello que sea delicado, caro, frágil o tenga un alto valor sentimental para vosotros. Como he puesto más arriba, los riesgos son de doble dirección y hay muchas cosas para las que el peligro es precisamente el peque. Si no queréis un disgusto, reubicadlo, guardadlo temporalmente o protegedlo también.
Y tranquilos: poniéndose un poco en serio a listar y solucionar los puntos delicados, aun con el peque más todoterreno casi todo sobrevivirá… Probablemente, incluso vosotros 😉
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