¿Qué ocurre en verano con la silla de coche? ¿De qué forma afectan las altas temperaturas a su vida útil? ¿Cómo protegerla los meses de más calor para que sus materiales no pierdan propiedades fundamentales que comprometan la seguridad? Si te estás quedando de pasta de boniato porque no has oído hablar nunca de la llamada «fatiga del material» y desconocías que el calor puede afectar a los materiales de la silla de coche de tu hijo y, por ende, a que realice correctamente su función protectora, te dejo una pequeña explicación con tres consejos fundamentales para cuidar adecuadamente tu silla en verano. Algunos parecen de perogrullo pero, ojo, son más importantes de lo que parecen.
1. Busca sombra independientemente del tiempo que vayas a parar el coche
Aunque la tendencia natural del ser humano es aparcar en ese sitio que está a la sombra de los pinos en lugar de en los doscientos que lo rodean en plena solanera, muchas veces pensamos: “bueno, si es un momentito”. Después nos subimos y nos dan los siete males.
Y es que un coche al sol en verano alcanza en muy poco tiempo temperaturas cercanas a los 60 grados. Una cifra que da sudores (literalmente), sobre todo cuando leemos esas noticias en las que alguien ha dejado a un peque solo dentro del coche (NUNCA: el cuerpo de los niños se calienta de 3 a 5 veces más rápido que el de los adultos; quince minutos pueden provocarle un golpe de calor intenso y media hora puede ser fatal)
Pero las altas temperaturas no sólo son perjudiciales para nosotros. Los materiales de la silla, en su mayoría plásticos, se degradan más rápidamente por los cambios de temperatura y la exposición al sol, volviéndose más quebradizos y perdiendo propiedades fundamentales que pueden comprometer la seguridad.
También puede verse afectado el material de absorción de la silla, generalmente poliestireno (corcho blanco, para los amigos), que puede perder elasticidad y ser menos efectivo al absorber la energía de un impacto.
Esto no quiere decir que por irnos quince días a la playa y aparcar en la calle donde buenamente encontremos sitio (casi seguro, al sol) nuestra silla vaya a dejar de ser segura. Pero intentar tener en cuenta todo esto y dejar el coche a la sombra siempre que podamos, lo más fresco posible, nos ayudará a no perder vida útil de nuestra silla de coche de forma acelerada.
2. Usa parasoles no sólo en el coche, también en la silla
Todos conocemos los parasoles de coche. Tanto el clásico parasol grande para el parabrisas delantero, que nos ahorra aullar mejor y más alto que el hombre lobo en noche de luna llena cuando tocamos el volante tras un buen rato aparcados en pleno agosto, como los parasoles redondeados para las ventanillas laterales, muy útiles cuando vamos con niños, que evitan que el sol les atice en la cara y les dé el viaje (Inciso: en esto son geniales las lunas tintadas en la parte de atrás).
Siempre pensé que mi padre era un poco maniático (cuando tienes ocho años y quieres correr hacia la playa esos cinco minutos poniendo un parasol molestan mucho) pero los parasoles son indispensables en verano: la diferencia entre ponerlos o no hace que la temperatura pueda variar hasta ONCE GRADOS. Tenía razón él, como suele suceder con los padres.
Pero, cuando tenemos niños, no es suficiente con los parasoles del vehículo. Si no quieres que tu hijo se haga quemaduras de segundo grado al sentarse (a partir de los 45º C podemos sufrir daños en la piel y los asientos, el volante o la palanca de cambios pueden alcanzar los 80º C al descubierto… no me quiero imaginar cómo se pueden poner las hebillas del arnés), lo mejor es comprar una funda parasol o funda antiuva para la silla de coche.
Tienes la opción del apaño chacho remetiendo un parasol normal para tapar la silla pero suelen quedar zonas al descubierto que luego presentan un fuerte contraste de temperatura. Con una funda parasol, que lleva un elástico para ajustarse tapando la silla completa, te aseguras mucho mejor.
3. Protege los textiles
El exceso de sudor puede afectar a los textiles de la silla, así como llevarnos a desenfundarla más a menudo con el consiguiente desgaste.
Para evitarlo, como mínimo deberíamos utilizar una funda de algodón que evite el contacto directo. Si el peque suda mucho, vamos a hacer un viaje largo o vivimos en zonas de altas temperaturas (no es lo mismo un agosto en Gijón que en Córdoba), existen colchonetas diseñadas específicamente para minimizar el sudor, con tejidos altamente transpirables que absorben la humedad y una estructura tipo 3D que crea una circulación continua de aire evitando el exceso de calor. Qué gusto de época para vivir, si es que todo está inventado.
Por cierto, respecto a los textiles, las fundas uva también los protegen, conservando mucho mejor el color. Sólo tienes que comparar dos sillas, una que haya estado muy expuesta al sol y otra que haya estado protegida, y tendrás un deja vu con el anuncio de los payasos de Micolor.
Y dos cosillas más para la comodidad y seguridad del peque:
Refresca el coche siempre antes de subir, abriendo las puertas y las ventanillas para que se ventile. Si tienes aire acondicionado (y espero que sí, todavía recuerdo un atascazo en la A4 a pleno sol a las tres de la tarde de un mes de agosto, cuando los coches llevaban aire… acondicionado a la temperatura que hacía fuera) espera unos minutos dejando que se disipe el calor inicial antes de ponerlo. Será más efectivo y te arriesgarás menos a una faringitis porque podrás ponerlo más suave desde el principio.
Y nunca sientes al niño sin comprobar la temperatura de la silla, sobre todo en verano cuando van con las piernas al aire, tirantes, etc. Ni aunque lleves mucha prisa.
Por lo demás… a disfrutar del verano, que dura poco 😉
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