Estamos viviendo una situación excepcional. Única. Os diría que en mis 39 años de vida nunca he visto nada igual, pero os lo podría decir también mi suegra, que en verano cumple los 70. Encendemos la tele y vemos las medidas que se están adoptando en medio mundo como si fuera una serie distópica, de ese género raro y molón que nos hace flipar con que pasasen cierto tipo de cosas. Pero parece que es eso, una serie. Algo que pasa fuera, algo un pelín irreal. Primero pasaba en China, pero China está tan lejos y es tan distinta a todos los niveles que yo qué sé, parece que no te toca. De repente lo ves en Italia. Italia, con su pizza, con Venecia y con una cercanía cultural especial. Ahí ya sí parecen las barbas del vecino. Pero sigue pasando fuera, por mucho que se parezca al chiste de «la mano sangranteee», que se va acercando para acabar pidiéndonos una tirita.
Y entonces llega una rueda de prensa y se anuncia que se cierran los colegios. Empezó con Madrid y Vitoria «solamente», aunque ni os cuento la de guarderías, coles, institutos y universidades que sumamos ya solo con Madrid, pero cada día se suman Comunidades Autónomas y tiene toda la pinta de que acabará siendo una medida general. Los grupos de whatsapp del cole echan humo, escribes a las profesoras y están en sus casas flipándolo también delante de sus teles, enterándose a la vez que tú. ¿Qué hacemos ahora con los niños?
¿Dónde los meto, cómo hago con el trabajo, quién los cuida? Son preguntas difíciles que nos hemos tenido que hacer estos días muchísimas familias. Unas con pequeños descalabros de agenda y otras con malabarismos imposibles que quitan el sueño.
Y, una vez «resuelta» la logística esencial, llega otra pregunta: ¿qué planes hacemos estos días? Bueno, os lo compartí ayer con una publicación de Boticaria García que resumía un poco el objetivo de este post y con un mensaje claro que leo mucho y comparto: esto NO son vacaciones. Estas semanas el objetivo no es el ocio, no es aprovechar ahora que no tenemos cole. Estas semanas el objetivo, y la razón última por la que se han cerrado los colegios, es EVITAR contribuir a la propagación de un virus con el que no, no moriremos todos (y menos que nadie los niños en sus colegios), pero que sí va a hacer que todo se colapse en sanidad. Y eso, no sé a vosotr@s, pero a mí me parece muy serio.
¿Qué hacemos entonces con los niños estos días y qué no hacemos?
SÍ
1. Quedarnos en casa
Tal cual. Quedarnos en casa en lo posible. No todo el tiempo porque nos volvemos locos y porque de momento (de momento, ojo) no es algo obligado, pero sí cambiar rutinas y adaptarnos estas próximas semanas con la mayor responsabilidad posible, para ver si siendo todos responsables no necesitamos avanzar a otros escenarios.
Tirar de juegos de mesa, de manualidades, de pintar, de puzzles. Tirar de creatividad, que brota divinamente tras un poquito de aburrimiento. Tirar de pelis, play o tablet si hace falta. Son días excepcionales y tenemos que buscarnos las castañas. Y si tengo que teletrabajar y tengo que poner una peli o dos para poder hacer algo, aunque habitualmente no lo suela hacer o aunque no me guste la idea, pues qué remedio. Yo lo he hecho cuando la peque no ha tenido cole y he tenido que centrarme forzosamente en algo un par de horas. Hay que buscar la manera.
2. Salir al aire libre pero en familia
Está claro que, mientras sea posible (ahí tenéis mil vídeos circulando por redes de cómo está la cosa en Italia ahora mismo, mientras escribo este post) todos necesitamos salir a tomar el aire, pero salir sin socializar, a dar un paseo, a dar una vuelta con la bici, el patinete, los patines. Salir a un pinar a hacer un picnic juntos… Salir al aire libre, en espacios abiertos y en familia.
3. Hablar con los niños
Adaptándonos a la edad y el nivel en cada caso, pero explicar todo lo mejor posible y pedir también lo posible. Debo confesar que nosotros estamos muy acostumbrados a hablar mucho con la peque en general, en todos los temas. Como además hemos pasado hace poco por una mononucleosis en la que tuvimos que tener mucha precaución por mi embarazo, tenemos medio camino andado con el tema virus y contagios. Así que hemos hablado del tema y nuestra hija comprende bastante bien lo que está pasando, el por qué de los cambios de rutina que estamos teniendo, lo que vamos a intentar hacer y no hacer y que tenemos que tener paciencia e ir viendo cómo van las cosas.
Cuanto mayores sean los niños, mayor comunicación podremos tener. Si son muy pequeños, quizá tengamos que hablar menos y actuar más, como en tantas otras cosas, y buscarnos la manera de simplificar al máximo los mensajes.
Pero hablarlo me parece fundamental, porque estas semanas todo pinta a que vamos a tener que adaptarnos todos muchísimo y va a haber muchos cambios en el día a día y porque los niños son niños, pero no tontos. Se oye «coronavirus» por todas partes y a todas horas. Por si fuera poco, los niños, por pequeños que sean, son increíblemente perceptivos, así que es mejor verbalizar esa tensión de fondo que se palpa, darle forma y comprenderla.
NO
1. Socializar
No quedar con amiguitos, no ir a cumples, a parques de bolas, no ir a la piscina, a extraescolares… Suena difícil y suena extremo pero si cerramos los coles para hacer lo mismo en otro entorno y creamos focos alternativos, no estamos haciendo nada.
2. Movernos por espacios cerrados con aglomeraciones
Evitar en lo posible centros comerciales, bares, restaurantes, cines, etc, si continúan abiertos (muchos espacios culturales como teatros o musicales ya se están cancelando o cerrando). Cuanta más gente junta en un espacio cerrado, más exposición a contagios. Y los peques son más difíciles de controlar porque lo tocan todo. Tener cuidado también en este aspecto con los espacios comunes tipo ascensores e intentar que no toquen los botones, los interruptores, los pomos… cualquier superficie de contacto continuado de mucha gente.
3. Viajar
Ahora que no hay cole, genial, quincena extra de vacaciones, vámonos al pueblo, vámonos a la playa, vamos a aprovechar. Uf. Lo entiendo eh, soy la primera que tengo la opción de irme a la playa y tienta una barbaridad. Porque una parte de ti quiere salir de aquí y porque, jolín, pudiendo ir, dan ganas. Pero si precisamente estamos intentando aplicar medidas anti propagación, salir todos a la desbandada a todas partes no parece muy pertinente en «control de pandemias».
4. Mentirles
Por lo que hemos comentado antes. NO son tontos, no hay manera de ocultar la palabra coronavirus a estas alturas y los niños perciben muy bien todo lo que está soterrado bajo nuestros cuentos chinos y sacan a saber qué conclusiones. Y porque si realmente tienen miedo, es importante poder hablarlo con ellos, desde la honestidad y la calma y surtirles de herramientas emocionales para gestionarlo con nuestra compañía, nuestro soporte y nuestra visión de la situación, que siempre será más global y mejor medida.
Eso requiere que nosotros hagamos también nuestro trabajo a la hora de gestionar esta situación y mantengamos la calma y la visión de conjunto y que, como adultos, tengamos realmente claros los motivos últimos por los que estamos en esta situación. Para no entrar en pánico con el bombardeo de informaciones y cifras crecientes, para recordar cuál es el problema real: el colapso anunciado de las UCIS y la saturación de hospitales y servicios médico con todo lo que eso conlleva. Que ya no es solo coronavirus. Es que cuidadito no nos agarremos una apendicitis, una pielonefritis o un infarto, que no va a ser el mejor momento.
Por eso es TAN importante ser responsables y no perder de vista que cuanto peor vaya la cosa, más consecuencias habrá a todos los niveles. Que nos movemos aún en una horquilla de posibilidades sobre la que tenemos cierto poder de acción en función de cómo nos comportemos ahora, para ver si finalmente nos vamos a un escenario de dos meses o de cinco y con qué consecuencias a todos los niveles.
Y por eso es TAN importante no tomarse a la ligera que los peques no tengan cole y no perder de vista tampoco que las medidas de prevención que podemos llevar a rajatabla los adultos no son tan viables con los niños. Porque los niños, sobre todo cuanto más pequeños, abrazan, arrechuchan, besan, rechupetean, se refriegan mocos y babas y lo tocan todo. Los niños son un factor de propagación importante (solo hay que ver el desfile de bichos de todos los colores que hay cada año en los coles) y ser responsables con ellos también es importantísimo.
Así que no queda otra. Responsabilidad, creatividad, adaptación, comunicación, calma. ¡Y paciencia! Que todo pasa. A ver si entre todos conseguimos que pase lo más rápido y lo mejor posible.
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