Es curioso cómo solemos esperar de los demás lo que muchas veces nosotros no hacemos. Llevo media vida reflexionando sobre esto e intentando mejorar por la parte que me toca aunque sigo pinchando cada dos por tres. Cada vez que le digo a mi marido cuando discutimos «no me escuchas»… pero yo tampoco estoy escuchándole a él (o incluso soy la única que no está escuchando, que también pasa), por ejemplo. Es fácil ver lo del otro sin mirarnos a nosotros mismos. Porque mirarse a uno mismo requiere atención, requiere esfuerzo, requiere honestidad y valentía, requiere ver cosas que están ahí y en las que hay que trabajar. Y siempre cuesta menos mirar hacia fuera.
¿Cuántas veces pedimos lo que no damos? ¿Cuántas veces queremos lo que no somos?¿Cuántas exigimos lo que no sabemos? Si nos pasa tantas veces en la vida, ¿cómo no nos va a pasar en la crianza? Continue reading →