Nunca eres más fuerte y poderosa que cuando estás pariendo. Nunca eres tan animal, tan primaria, tan mágica y milagrosa. Y nunca estás tan indefensa. Ponerte en manos de alguien que te eleve o que te hunda puede cambiar totalmente tu parto. Convertirlo en una tortura o en una proeza, en un recuerdo que te persigue o en uno que revives con una sonrisa. Mi primer parto fue una «tortura» que me persiguió durante años. La pena de sentir que me lo habían robado, la rabia por habérmelo dejado robar, el remordimiento de saber en mi fuero más íntimo dónde quería parir y no haberme escuchado. Mi segundo parto fue todo lo contrario, un recuerdo que revivo respirando profundo, con gratitud. En mi segundo parto no sólo me escuché, también me hice caso y me fui a Torrejón buscando una segunda oportunidad para el parto que quería tener. Respetado, acompañado, empoderado, mío. Continue reading →
Nuestro
Una hija, un hijo y una estrella fugaz
Tengo una hija.
Tiene casi seis años y medio, un pelazo de anuncio de suavizante, con bucles hasta la cintura, dos ojos azules que son casi cristalinos y la naricilla espolvoreada de diminutas pecas, tan perfectas que parecen dibujadas con un boli de punta fina. Me la sé de memoria, porque llevo casi seis años y medio mirándola a todas horas, con el absolutismo de la maternidad. Es un poco arisquilla desde que nació, se me resiste a los abrazos de larga duración. Pero me deja estrujarle el culete a todas horas, así que me lo equilibra. Es tierna como ella sola, inocente y extremadamente dulce. Una peque de carácter que sabe lo que quiere, pero un carácter fácil y flexible con el que se adapta a todo. Me fascina verla crecer, verla cambiar, entre el orgullo y la nostalgia. Ojalá cada año me durase cinco, aunque fuese cinco veces más cansado.
La primera semana del postparto
La primera semana del postparto eres mujer, pero sobre todo, hembra. Hembra animal y primaria que sangra, gotea y rezuma. Hembra recién parida que duele, que recobra fuerzas tras eso tan absolutamente extenuante, eso que tratamos con tanta indiferencia y a lo que damos tan poco valor porque pasa cada día, eso que en realidad es mitad milagro, mitad proeza, eso que se llama PARIR y que necesita mayúsculas porque no cabe en cinco simples letras. Continue reading →
Mi experiencia con la hamaca Bliss de BabyBjörn
La hamaquita que compré cuando nació mi hija era tan mona que la quise en cuanto la vi. Mona pero monísima de verdad, rosa y blanca, con un arco de pajaritos de colores. En lo demás, era de lo menos práctico que hemos tenido. Todavía recuerdo la primera vez que senté a la peque en ella y en vez de mirar los pajaritos me miró a mí con triste desconcierto, en plan, «mamá, ¿qué es esto?». La teníamos siempre estorbando por casa pero la usé lo justito, cuando tenía que dejarla en algún sitio mientras intentaba ducharme cantando cucú. La hamaca era uno de los artículos que no pensaba repetir.
Hace unos seis meses, sin embargo, me empezaron a recomendar por todas partes la famosa hamaca de BabyBjorn. Creo que no he oído ni una sola mala opinión de ella hasta la fecha: «es la leche», «es súper ergonómica», «el bebé de mi amiga pepita sólo quiere esa»… Me sucede con frecuencia que cuando alguien habla de lo bueno o lo malo que es algo con tanta convicción me surgen unas ganas incontenibles de comprobarlo a ver si es verdad, así que eso es lo que he hecho. Os cuento mis conclusiones tras dos meses usando la hamaca Bliss de BabyBjorn. Continue reading →
Ya somos cuatro
Ya somos cuatro. Unas palabras que durante mucho tiempo pensé que nunca diría. Que, durante mucho tiempo, ni siquiera supe si quería. Ser tres era maravilloso, tener a nuestra hija entre nosotros dos y sentirnos plenos así. Porque nos sentimos plenos mucho tiempo. De hecho, no dejamos de sentirnos así en ningún momento. No fue la necesidad de más la que nos impulsó a ampliar la familia, no fue un sentir que nos faltaba algo, ni siquiera fue una idea teórica clara en nuestro imaginario personal («queremos tener dos hijos»)… si os digo la verdad, no sé exactamente qué fue. Que este pequeñín, sencillamente, tenía que venir y me llamaba. Me lo pedía. Continue reading →