La intimidad ajena se respeta bastante, en líneas generales. A pocas personas se les ocurriría cuestionar el por qué de muchas de tus decisiones más íntimas. Sólo tus amigos de confianza (y algún que otro entrometido puntual) se meten en tus asuntos laborales, sociales o de pareja. En tus gustos y tus manías. En tu forma de ver y enfrentar la vida. Hay cosas de las que, sencillamente, uno no opina. Porque se entiende que pertenecen a la esfera privada del otro y que no está bien inmiscuirse. Es más, el otro podría molestarse porque, seamos claros: te estás metiendo donde no te llaman.
¿Te imaginas que eso no fuera así? Que un conocido al que no ves más de un par de veces al mes te diga que está mal que tu pareja y tú durmáis cada uno a vuestro aire, porque lo que tenéis que hacer es la cucharita. Te estás buscando problemas para el futuro. Y eso que haces para curarte el catarro no sirve para nada. ¿Crees en esas chorradas? Ya que nos ponemos, en vez de Doritos deberías comprar Cheetos. Como consejo, pero tú verás. ¿Qué harías si alguien actuara así? ¿Puedes imaginar un comportamiento menos adecuado socialmente?
Bien, pues eso, exactamente, es lo que se hace respecto a la crianza. Continue reading →