La verdad es que nunca he sentido mucha presión social para que tuviera hijos. Ni mucha ni poca, en realidad. Quizá porque me he movido siempre en un entorno de mujeres bastante poco tradicionales que huían de hijos, de matrimonios e incluso de parejas. O quizá porque, como era algo que yo siempre había querido hacer, como siempre he sabido que algún día quería ser madre (aunque ese día lo fuese retrasando una y otra vez dándome treguas bienales desde los veinticinco), nunca me he sentido empujada a algo que no entrase en mis planes, mis deseos o mis necesidades. Y hete aquí que fue parir a mi hija y comenzó el acoso.
¿Por qué esta presión social por tener, necesariamente, más de un hijo? Una vez que te lanzas al primero, ¿es obligado continuar? ¿Quién decide el número? ¿No deberías ser tú, y tu pareja, quienes lo hicierais? Al fin y al cabo, todos nos plantamos en un número. ¿Por qué está tan mal visto que ese número sea uno? Continue reading →