Este año es el primero que he sentido que podré reconciliarme con mi parto. Han sido cuatro aniversarios removiéndome por dentro, reviviendo cada hora con una sensación casi física, como si todo estuviera volviendo a suceder en algún plano, aunque sólo fuera el de la memoria. Y no sólo la de la mente… el cuerpo tiene memoria y hay cosas que siguen doliendo aunque pase demasiado tiempo como para que ese dolor tenga sentido a nivel racional.
Pero este año, por primera vez, el día del parto se acercó sin doler, pasó sin remover y se marchó discreto, en un silencio nuevo desprovisto de todas esas emociones que siempre lo acompañaban. El dolor, la rabia, el reproche. Un silencio que exploré cauta, como cuando acercas la lengua a una muela que dolía y que de repente, al despertar, ya no te sientes palpitando. Y me di cuenta de que este año es el primero en el que he podido sentir que lo que ocurrió no fue un fracaso, sino un aprendizaje vital. Que, además de a mi niña, del parto me llevé también una enseñanza. Continue reading →