Escribir en un blog sobre algo tan íntimo como la maternidad y tu forma de enfrentarla provoca dos efectos contrarios. Por un lado, te entroniza, convirtiéndote en gurú sin pretenderlo, con una alta responsabilidad sobre lo que escribes y aconsejas. Por otro, te convierte en objetivo a discreción, en un pato de feria virtual al que todos tienen derecho a disparar porque… está ahí para eso, ¿no? Por eso, a veces, es complicado decidir qué compartes y qué te reservas, qué aconsejas y qué callas. Qué cuentas.
En unos posts la intención es ayudar, compartir algo que has aprendido y te fue realmente útil, explicar cómo has sobrevivido a una situación difícil por si tu experiencia es útil a quien no ve la luz al final del túnel. En otros, sólo buscas pensar acompañada, reflexionar sin llegar a ninguna conclusión, plantear preguntas. Y, finalmente, están aquellos posts en los que te expones, te abres la gabardina y enseñas lo que hay. Y hoy es de esos. Continue reading →