En casa cuidamos bastante la alimentación. No hacemos nada del otro mundo ni somos perfectos, para nada. Muchas veces repetimos comidas, no nos preocupamos demasiado a la hora de equilibrar nutrientes en los platos y en ver qué comimos para ver qué deberíamos cenar (o no nos da la vida) y, estoy segura, somos bastante menos organizados que otras familias con peques a la hora de comer. Pero sí cuidamos lo que entra en casa: alimentos.
Tenemos alerta de «alto el paso» a precocinados, ultraprocesados e hiperpalatales salvo contadísimas excepciones que puedo enumerar con los dedos de una mano. Y cuidamos mucho, especialmente, el tema del azúcar. Así que en verano tenemos un problema porque en agosto, a cuarenta grados, apetece un helado con toda el alma. Y, si no meto helados procesados en casa, ¿qué hago?
Pues hacerlos caseros y, además, saludables. Continue reading →