Tenía pensado publicar un post distinto pero, al levantarme esta mañana, he sentido la necesidad de sentarme a escribir estas líneas. Estoy improvisando, no sé lo que saldrá, pero me lo pide el cuerpo. Quizá sea la proximidad del Día de la Madre la que me lleva a estas reflexiones. Quizá, sencillamente, una impresión que llevo rumiando demasiado tiempo como para no tratar de ponerla en palabras de una vez. La pregunta es: ¿Por qué nos juzgamos unas a otras? Y aunque me vienen a la cabeza varias explicaciones, no me vale ninguna.
Cuando aún no tenía hijos, yo juzgaba a todas las madres. ¡Qué sencillo es sentar cátedra sin tener ni idea! ¡Con qué facilidad se resuelven los problemas ajenos cuando no eres tú quien debe vivir con ellos! Qué poco cuesta ir de lista por la vida.
Si veía a un niño pequeño llorando y gritando en medio de un restaurante o un centro comercial, colorado de rabia, miraba con algo de lástima a su apurada madre y pensaba que la cosa se le había ido de las manos. Incluso me mosqueaba un poco. ¿Por qué no hacía nada? ¿Cómo permitía que se comportase así? ¿No se daba cuenta de que había gente a la que estaba molestando? En ningún momento se me ocurría pensar cuál era la mejor forma de manejar esa situación. Pensarlo de verdad, dejando a un lado mis ideas preconcebidas y mis razones egoístas. En el fondo, supongo que sólo quería que el niño parase. No tenía ni idea de lo que es una rabieta, de por qué los niños hacen lo que hacen, de lo que hay que hacer en esos casos. Sólo juzgaba.
Si me contaban que un niño de un año y pico protestaba en la cuna y la madre, a mitad de noche, cedía y le sacaba, y se lo llevaba a la cama, meneaba la cabeza y chasqueaba la lengua con gran disgusto y conocimiento de causa. Estaba cometiendo un error. Así iba a conseguir que el niño se saliera siempre con la suya. Y ¿qué pasaba con la pareja? De nuevo, juzgaba. Sin saber.
Como con estos dos ejemplos, con todo lo demás. Era algo casi automático. No decía nada, no intervenía, pero supongo que mi tras mi expresión cauta se podía intuir lo que pensaba. Porque, tras el juicio, siempre llegaba lo que ahora llamo El Pensamiento Arrogante: «Yo no haré eso». Aunque, en realidad, lo que estaba pensando era que yo lo haría mejor.
Lo escribo con cierto pudor porque no me siento a gusto con ello. Pero así me comportaba. Me faltaba mucha empatía, para empezar, porque mi vida era tan distinta a la de esas madres que, sencillamente, no podía ponerme en su lugar. Pero tampoco lo intentaba de verdad. Estaba llena de ideas preconcebidas, grabadas en piedra, llena de frases hechas de cómo se hacen las cosas y cómo no se hacen. Hoy miro atrás y no me gusta lo que veo en mí. Lo que pude hacer sentir a otras madres que bastante tenían ya con lo que tenían. Pero eso lo comprendo hoy.
Afortunadamente, mi hija apareció en mi vida y me puso del revés como a un calcetín. Afortunadamente, su llegada me hizo aprender y, sobre todo, desaprender. Afortunadamente, estoy haciendo muchas de las cosas que tanto critiqué. Y más aún. Sigo con la lactancia, duermo con mi hija (y me encanta), tengo paciencia infinita con las rabietas, no concibo un cachete, tengo temporalmente todo patas arriba para respetar al máximo esta etapa tan importante en la vida de mi hija. Si mi «yo» de hace unos años me viese ahora, pensaría que me he vuelto loca. De lo cual me alegro mucho. Por mi niña, lo primero. Pero también, por mí.
Sólo me queda ser humilde y disculparme a posteriori ante todas esas madres que lo estaban haciendo tan bien sin que yo lo supiera. Seguir aprendiendo cada día, seguir revisando mis ideas, seguir investigando, seguir dejándome guiar por mi hija, por mi instinto, por lo que siento que debo hacer en cada situación, aunque rompa todos mis esquemas previos. Y seguir observando a otras madres. En un centro comercial, en un restaurante, en el parque, en el super: allá donde las encuentre. Pero esta vez no para juzgarlas, sino para hermanarme con ellas. Porque:
Somos MADRES.
Yo amo a mis hijos más que a nada en el mundo.
Y tú, también.
Tú eres lo mejor para tus hijos, sin duda, porque eres «mamá».
Y yo, también.
Yo lo hago lo mejor que puedo, con mis errores y mis aciertos.
Y tú, también.
Tú sientes miedos y dudas a cada paso del camino.
Y yo, también.
Lo estamos haciendo bien.
LAS DOS.
Tú a tu manera, y yo a la mía.
No nos juzguemos. No somos rivales.
Somos iguales.
Somos MADRES.
Te prometo intentar recordarlo para no volver a juzgarte nunca como madre. Feliz Día de la Madre.
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Estoy totalmente de acuerdo, la verdad es que leerte es un gozada, y la verdad es que de verte a ti yo me he animado también a comenzar con un blog, jeejej en mi caso hablo sobre la búsqueda un tema, que a muchas de nosotras nos inquieta tanto y si puedo ayudar con mi experiencia pues genial.
Estoy deseando leerte nuevos post! te tengo en amigos en el foro, ya te preguntaré por privado algunas cosillas, aunque no se si seguirás entrando por allí. Un besazo!!!!
¡Gracias por tu comentario! Y muchas gracias por tus palabras. Es fantástico que hayas decidido comenzar con un blog, te echaré un vistazo 🙂 Seguro que ayudas a muchas futuras mamás, es una etapa en la que surgen muchas dudas y miedos. Yo participé muy activamente en el foro con el debate de Buscadoras 2013, me imagino que lo conoces. Fue una etapa genial. Al foro ya no entro, pero puedes contactarme si necesitas a través del blog, respondiendo a cualquier correo desde la lista de suscriptores. Si aún no te suscribiste, te invito a hacerlo! Un abrazo!
Si carita, estoy suscrita desde el principio! Hoy la verdad es que tengo un mal día, aunque estoy mejor… ayer tuve revisión médica y vuelvo a tener problemas de salud, por lo que he suspendido la búsqueda temporalmente.
Me ha servido para tomar una serie de determinaciones que me hacían falta en mi vida y espero que esto me ayude a que la pausa sea más corta y pronto pueda volver a buscar a mi pequeño retoño.
En fin, aun así seguiré por el blog ya que estos meses me han servido para aprender muchísimo y creo que mi propia experiencia puede ser de mucha ayuda para otras personas que se puedan encontrar en la misma situación que yo. Además, es una forma de desahogarme y expresar mis sentimientos, ya que sabes que cuando una esta mal no quiere decirlo a sus seres queridos para que estos no sufran más.
P.d: no sé como dices lo del correo jejeje.
¡Gracias por tu comentario! En primer lugar, siento mucho el contratiempo… De todas situación siempre se saca algo positivo y espero de corazón que logres extraer todo lo positivo que tenga esta pausa y, sobre todo, que tu salud mejore. Me parece una decisión valiente y generosa que continúes con el blog, además de que te puede sentar muy bien a nivel personal 🙂 Respecto a tu duda, si te suscribes al blog, cuando te llegue un correo con las nuevas entradas que voy publicando puedes responderme y contactarme para lo que necesites. ¡Un abrazo!
Nuy de acuerdo cn tu post! Juzgue mucho y lo peor… antes de ser madre!! Siempre decia como lo haria yo, y ahora hago todo lo contrRio a lo que siempre pense que haria.. ser madre n es facil y hay q verse, xo sobre todo hay q respetar. Un beso!
¡Gracias por tu comentario! Siempre somos expertos de lo que no conocemos… Creo que el quid de la cuestión está en que, si no tienes hijos, te es imposible comprender de verdad algunas cosas. Cuando te conviertes en madre te sobreviene, como un tsunami, toda una revolución interior que pone tu mundo y tus ideas previas patas arriba. ¡Por suerte! Y entonces comprendes tantas cosas, ¿verdad? 🙂