¿Qué pasó con el sexo?

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Fuente: Pixabay

¿Qué pasó con el sexo? ¿Quién se lo llevó? Y, ¿a dónde? Juraría que estaba por aquí, si yo lo veía con frecuencia… ¿qué ha pasao?

Ah, amiga, ha pasado que ahora sois padres. Y que hicisteis bien en pinchitear mucho, mucho, mucho, pero mucho para conseguir bingo en el Clearblue porque, después de eso, cuando llega el bebé… el Death Valley no es nada comparado con la sequía que os asolará durante un tiempo.

Ya me parece oír voces, como en un eco lejano, aquellos consejos en los que yo también creía (antes de ser madre), que yo también daba (antes de ser madre) y que tan lógicos me parecían (antes de ser madre):

«Mujer, hazlo cuando el peque duerma»
«Mujer, hazlo cuando lo dejes con los abuelos»
«Mujer, hazlo cuando le pongas los dibujos»
«Mujer, hazlo…»

Sí, sí, sí. Si la teoría está muy bien, pero:

¿Qué pasa cuando el peque no duerme? Y, con él, no duermes tú, o no dormís ninguno. Cuando no reconocerías una situación pasional ni aunque te diera un mordisco en la nariz del sueño que llevas encima y, a la que te ponen horizontal, haces un k.o. técnico en menos de diez segundos.

¿Qué pasa cuando duerme pero el más mínimo ruido le despierta? Una rodilla que cruje, el frufrú de una sábana, el sofá que chirría al sentarte. Muy complicado ponerse al lío en esas condiciones, sin saltar las alarmas. A no ser que controléis la levitación, el teletransporte o tengáis modo mute, pero mute total.

¿Qué pasa cuando se duerme, sí, pero …. enganchado a la teta y sólo mientras tiene la teta porque, si la suelta, se despierta? ¿Existe la teta desenroscable? ¿Por qué no la han inventado todavía?

¿Qué pasa si la mayoría de las ocasiones en que alguien os ayuda es porque estáis uno solo con el peque? Y, en las que intentáis conseguir discretamente, os dicen «¿ahora para que te hace falta que me lo quede si estáis los dos y os apañáis?».  Y sientes ganas de responder, pues por eso, porque no nos apañamos y ya andamos muy necesitados.

¿Qué pasa si el jueves de 5 a 5:30, que es cuando os quedáis solos en una brecha temporoespacial, no apetece… pero el martes estás pensando en ello toooodo el día y no hay manera de conseguir un minuto de intimidad? (ya hasta con un minuto te apañas, a estas alturas los preliminares sólo los ves en el canal de deportes…)

¿Qué pasa si no eres capaz de centrarte con Pocoyó de fondo? ¿Hay algo menos sugerente que oír decir oink oink a Peppa Pig en un momento de pasión?

¿Qué pasa si las hormonas, esas que antes se revolucionaban para volverte tigresa, ahora te tienen convertida en vaca lechera? ¿Si lo que te parece normal que se haga con una teta ha cambiado mucho en muy poco tiempo?

Pues pasa que no te comes una rosca.

Pasa que los pinchitos acaban más racionados que los sobrecitos de azúcar en la posguerra.

Pasa que hay que alinear los astros, eso que en las pelis viene a suceder cada cuatrocientos años, para conseguir un día en el que puedas tacharlo todo en la lista:

  • Estamos solos
  • Estamos operativos (con media hora de sueño en el cuerpo en toda la semana, es que ni atinas)
  • Tenemos tiempo
  • No hay ningún recado ineludible/obligación paterna-materna/imprevisto
  • Nos acordamos de cómo era esto (importante)

Pasa que, como mucho y con suerte, vas tirando con el sexo ninja. Que sí, que te mantiene en forma, ágil y rápido de reflejos y que es sexo de subsistencia, como tomarse un triste sandwich de queso por la calle mientras corres de una cita laboral a otra pero, con todos mis respetos… ¡mira que tener que andar estresados hasta echando un pinchito!

Y te invaden los recuerdos…

Ay, esos tiempos en los que cualquier lugar y sobre todo CUALQUIER MOMENTO eran buenos y eran posibles para darle alegría al cuerpo.

Esos tiempos en los que el cansancio venía por el trabajo o por lo tarde que había acabado la peli de La 1 la noche anterior y en los que los fines de semana eran para descansar, repletitos de horas sin responsabilidades…

Esos tiempos en los que las tetas eran para lucirlas (porque, además, se podía, ahora la cosa está un pelín más triste) y cuando alguien te agarraba como una boa constrictor era de pura pasión y no para gritarte mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa no te vayaaaaaaaaaaaaaaaas.

Esas duchas a dos en las que la música de fondo era un YouTube titulado Tantric Sex y no un remix creativo de La Patrulla Canina y La Gallina Turuleta, a dúo (ya se sabe, la patrulla canina está loca de verdad).

Esos ratos interminables en los que sentías hasta que salías de tu cuerpo, olvidabas hasta dónde estabas y se enteraba hasta el vecino.

Ojito, que ahora se entera también. Cada vez que oye el YouTube de Tantric Sex dice: “ya se han quedado solos estos dos, este mes ya iban tardando”. Vamos, que podría el hombre hacerse una hoja Excel y pasaros un promedio trimestral (para que salgan unos cuantos, al menos) que seguro que en su casa se lleva la cuenta mejor que la vuestra. En la vuestra hay demasiadas cosas en qué pensar y el nivel de concentración para operaciones matemáticas viene a ser mínimo, salvo que se trate de calcular la progresión de gasto de pañales para ver si hay que comprar ya esta semana o el arsenal aguanta una más.

No queda otra, hay fases y fases. Y esta es la fase en la que la cantidad (y calidad) de sexo no es directamente proporcional a la cantidad de deseo-conexión-amor que hay en la pareja, sino a la cantidad (y calidad) de tiempo-energía-intimidad que tenéis cada día, cada semana, cada mes.

Pero la normalidad se acaba recuperando. En el sueño, en poder ver una peli entera, en echar un pinchi sin pegar un salto con cada ruido. Y lo bien que sabe cada pizca de terreno reconquistado hace que todo se disfrute, y se valore, mucho más. El resurgir será apoteósico. Con algo nos tenemos que consolar.

Mientras tanto, habrá que conformarse con el sexo ninja y las conjunciones planetarias. Y el salto del tigre hacerlo en el salón, vestidos, y lanzados por instinto para llegar a tiempo y evitar que el peque se parta la crisma contra la mesita de centro.

No viene mal para mantener la agilidad, ¿verdad? Para cuando vuelvan esos tiempos…

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