Esas frases míticas que decía cuando no tenía hijos (y las decía en serio)

Los «yo nunca» son épicos (algún día me pondré con los míos) pero cuando no tenemos hijos son muchas más las cosas que decimos alegremente… y que luego recordamos sin saber si reír o llorar o darnos cabezazos contra la pared. Estoy segura de que os ha pasado, que os recordáis diciendo algunas cosas en aquellos tiempos y os gustaría viajar en el tiempo como la de Neutrex y deciros: hola, vengo del futuro y no tienes ni idea de lo que dices, alma de cántaro. ¿Qué frases míticas recordáis? Yo recuerdo cuando no tenía hijos y decía eso de…

«Hoy he dormido mal»

JA. Perdonadme, perdonadme que me ría pero es que no puedo. Que yo pensaba «no he pegado ojo» cuando dormía, básicamente, como duermo desde hace cinco años y medio, despertando cada poco. Antes de saber lo que es no pegar ojo de verdad, vamos.

Hubo un tiempo en el que si dormía 6 horas (seguidas) pensaba que había pasado una mala noche. Me das ahora mismo 6 horas seguidas y yo no sé qué hago, tiro de un camión con los dientes o algo. Me ha pasado alguna vez, ojo, creo que una o dos veces al año ha sonado el despertador y hasta me he asustado, desorientada, sin comprender, como si te despiertas en un hospital sin saber qué ha pasado para acabar allí. Uf.

Menos mal que no ocurre casi nunca. Dormir del tirón forma parte de otra vida. Esa en la que decía que dormía mal. Con el bote de lejía en la cabeza me daba, si pudiese viajar en el tiempo y ver a mi yo del pasado en sus malas noches. De las buenas prefiero ni acordarme, que yo siempre fui una marmota (aaaaaaaay).

«Estoy muy cansada, no paro»

Esta también es de las buenas. Esta la decía yo también a todas horas y ahora se la oigo mucho mi vecino, que es muy majo e inocente y que, por supuesto, no tiene hijos todavía. Cuando tiene sueño se acuesta a dormir, cuando tiene tiempo se pone una peli, cuando tiene ganas se va con la bici por los pinares. Curra mucho en su trabajo, no digo que no. Y le tengo tanto cariño que hasta le hacemos un roscón casero en navidades.

Pero a veces, cuando nos cruzamos en el rellano y nos quedamos un ratito de cháchara y nos cuenta eso de que está muy cansado y no para, tanto papá como yo nos quedamos mirándole así como en trance, disociados de nuestros cuerpos, me parece que para no estrangularle. Porque es más majo que las pesetas y le queremos y porque, algún día, comprenderá. Y leerá un post como este y recordará aquellos tiempos en los que creía que estaba cansado, antes de estar cansado de verdad.

«Qué ganas tengo de que llegue el fin de semana para descansar»

Porque antes los fines de semana descansaba (pausa para llanto a lo muñeco manga, con dos chorros de lágrimas en aspersión). Y ahora… ahora sigue habiendo fines de semana pero ya no usaría el verbo descansar para definirlos. Más bien el verbo sería «variar».

Variar la rutina, sí. Eso sí. Hacemos cosas distintas. Pero descansar en sí, descansar haciendo lo que te apetece, lo que te pide el cuerpo, tirado en el sofá y esas cosas, complicado. La maternidad es 24/7 y no entiende de sábados y domingos. «Hija, atiéndete sola hoy que es sábado y quiero perrear». Hmm… no sé yo.

«Es que no tengo tiempo para nada»

Esta me deja muchas veces también en k.o. técnico cuando la recuerdo porque muchas veces yo pensaba sinceramente que no tenía tiempo para nada, cuando todo el tiempo que tenía era MÍO. Mío para repartirlo en un millón de cosas, sí, no mío para rascarme la pandereta al sol, pero mío al fin y al cabo. Ahora, mío, mío de verdad, es el tiempo en que la peque está en el cole, o durmiendo, o con los abuelos, o en un cumple. Ahí me reparto el tiempo como necesito. El resto me lo reparto como puedo porque en realidad todo ese tiempo es suyo. Para atenderla, para escucharla, para prepararle la comida, para bañarla, para jugar con ella, para…

Y ya ni hablemos de los primeros meses, cuando no se sabe cómo no encuentras tiempo ni para ducharte en todo el día. Pf. A ver cómo lo llevo este verano… que yo vuelvo a tener esta etapa por delante.

«Tengo la casa super desordenada»

En mi vida adulta e independiente he pasado por fases diversas. Ha habido épocas en que recogía continuamente poseída por el espíritu de la ratita presumida y mi casa estaba de foto. Venga, vale, esto creo que solo me pasó una vez, al romper una relación larguísima y tener de repente el piso para mí en plan mi casa, mi reino. En fin, siempre he sido entrópica por naturaleza así que otras etapas, mucho más frecuentes, podrían definirse con la frase «el desorden es creatividad». Y yo soy sumamente creativa.

Pero todo se regía por las leyes de acción-reacción. Recojo y la casa parece una foto de Pinterest, no recojo y la casa parece la jungla. Fácil. Lógico. Tranquilizador. Lo que no me había pasado nunca, hasta ser madre, es pasarme la vida recogiendo y que mi casa siempre parezca el resultado de algo que acaba de explotar. Y os juro que recojo el salón. Y a los cinco minutos, recojo el salón. Cinco minutos después, exacto, no sé cómo recojo el salón otra vez. Tampoco sé para qué, porque sigue necesitando que lo recoja cinco minutos más tarde. A veces me desespero y creo que lo de Toy Story no es ficción.

Menos mal que descubrí a Marie Kondo y me cambió la vida. Eso de que TODO tenga su lugar, cuando recojo el salón, es maravilloso. Y cinco minutos más tarde, cuando recojo de nuevo el salón, también.

Si la hubiéramos descubierto antes, cuando las cosas no salían solas inexplicablemente, habría sido la bomba. Claro que seguramente no lo habríamos sabido apreciar porque hay algunas cosas que, hasta que no pasas al otro lado, no comprendes. En ese lado en el que luego te acuerdas de aquellas frases míticas que decías (y decías en serio) y no sabes si reír, o llorar, o darte con el bote de lejía en la cabeza… Estas son algunas de las que yo recuerdo. ¿Me contáis las vuestras? 😀

Si te parece que mi contenido es útil ¡Compártelo!

Y, si quieres contarme tu punto de vista o tu experiencia, me encontrarás siempre al otro lado en comentarios o en redes 🙂

¿No te quieres perder ningún post?

¿Quieres suscribirte y recibirlos cómodamente en tu correo?

2 comments

  1. Diana says:

    Que real, jajajajaja, lo que peor llevo es lo del sueño, el cansancio, y ahora embarazada mucho más. Cuando te dicen que tienes que llegar al parto super descansada… ¡ja!

    • Carita says:

      Hola Diana! Dímelo a mí, que estoy de casi 19 semanas y ya llevo como 4-5 durmiendo de pena. Empecé pronto con la vejiga y con el ardor esta vez, para cuando nazca el bebé voy a estar ya reventada, más me vale que sea de los que duermen 12 horas seguidas (¿existirán de verdad o serán mitológicos?) Ánimo, bonita!

Deja una respuesta

Acepto la Política de privacidad