Consejos para un verano seguro con peques

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Foto: Pixabay

El verano es la época más deseada del año. Después de una larga temporada de frío nada apetece más que quitarse de encima abrigos, bufandas y jerseys y embutirse en un vaporoso vestido de algodón. Dejar de salir del trabajo de noche y disfrutar de luz a raudales. Tomarse algo en una terracita. Y también es más sencillo todo para una madre. No hay que preocuparse de que el peque coja frío tras el baño. Basta con escurrir lo más gordo y dejarle correr con el culo al aire, tan pichi. No importa si algo se mancha, porque en dos horas lo tienes seco. Y, en vez de pelearte con leotardos y mangas de jersey, en cinco minutos todos vestidos. El verano es Lo Más.

Sin embargo, hay algunas cosas que debemos tener muy presentes cuando llega el calorcito. Si tienes pequeñines, toma nota:

1. MANTÉN UNA HIDRATACIÓN ADECUADA

Los peques se deshidratan que da gusto y sin tardar mucho, así que lo mejor es prevenir.

  • Si das lactancia materna exclusiva es probable que notes que tu bebé pide más de lo habitual. La demanda puede ser mucho más exigente porque el bebé necesitará hidratación constante. La mayoría de las tomas en altas temperaturas no son para comer, sino para «beber». Si das el pecho a demanda y no niegas ni controlas las tomas, puedes estar tranquila. Tu hijo estará perfectamente hidratado.
  • Si das lactancia mixta o artificial tendrás que estar más pendiente y ofrecer agua de forma regular para estar segura de que la hidratación es adecuada. Ante la duda, siempre es mejor ofrecer de más que de menos. Si no tiene sed, no beberá, pero tú estarás más tranquila.
  • Si tu peque es grandecito, tampoco te descuides. La mayoría de las veces te pedirá agua cuando tenga sed pero los niños se olvidan del mundo cuando juegan . Lleva siempre una botella de agua contigo y ofrece con cierta frecuencia para evitar males mayores, sobre todo si hace mucho calor o está a pleno sol.

2. MUCHO OJO CON EL SOL

Me encanta el sol. Pero el sol con el que yo crecí, que ya era peligroso de por sí, no es el sol implacable con el que está creciendo mi hija. Por suerte o por desgracia, he tenido varios casos cercanos que me han hecho tomar conciencia de los peligros de una exposición poco controlada: alergias solares, quemaduras, lesiones solares cancerosas, etc. Así que con conocimiento de causa te digo: mucho cuidado. Que el sol muerde.

Por ello siempre he extremado el cuidado de la piel de mi duendecilla, que para más inri me ha salido hermana de Blancanieves y es del tipo de peques que hay que proteger especialmente. Para ello, algunas recomendaciones básicas:

  • La mejor protección para el sol es que no le dé el sol. Es una perogrullada pero lo mejor que puedes hacer es no exponer a tu peque al sol. Sé que a partir del año se complica lo de mantenerlos bajo la sombrilla sin más y a partir de los dos años se vuelve algo así como «Misión: Imposible» pero procura tener a tu peque a la sombra lo máximo posible.
  • Mejor pantallas físicas que químicas. Un gorro y una camiseta con protección UVA son la mejor barrera que puedes emplear pero, a veces, hace tanto calor que lo de la camiseta se vuelve inviable. El verano pasado renuncié a la de la peque porque se me llenaba de granitos de puro cocerse en pleno Julio. Si la temperatura es excesiva y no aguantan la ropa, prueba con una crema de PANTALLA FÍSICA.
  • Precaución con los filtros químicos: Ninguno antes del año. No nacemos con todas las capas de la piel formadas por lo que, el primer año especialmente, somos tremendamente vulnerables a las sustancias químicas que llevan las cremas de protección solar. Lo que en la piel de un adulto queda «en la superficie», en un bebé menor de un año penetra hasta las capas más profundas. En la mayoría de las cremas los filtros químicos se componen de sustancias carcinógenas, disruptores hormonales y un largo etcétera. Si tienes peques, infórmate bien de lo que compras. Te sorprenderías de la cantidad de cremas con la etiqueta Para Niños y sus correspondientes dibujitos que están, hablando en plata, llenas de mierda.
  • No vale con poner crema una vez, ni al llegar a la playa. Si quieres una protección realmente efectiva, lo mejor es poner la crema en casa, aproximadamente media hora antes de la exposición al sol y, por supuesto, volver a echarles cuando pasen un par de horas como mucho, si notas que se están poniendo rojos o al salir del agua.
  • La piel tiene memoria. Los primeros tres años, en especial, son cruciales. Una quemadura intensa en ese período dejará una impronta en la piel, una zona más «frágil» que, con la acumulación de años de exposición al sol, puede desarrollar una lesión solar. Así que, sobre todo los primeros años, es muy importante protegerles adecuadamente.

3. NUNCA DEJES AL PEQUE DENTRO DEL COCHE

Como partidaria de la crianza respetuosa no te lo recomiendo en ninguna circunstancia pero mucho menos en verano. Un coche al sol puede alcanzar temperaturas cercanas a los 60 grados. El riesgo de un golpe de calor no sólo es certero sino también veloz: el cuerpo de los niños se calienta de 3 a 5 veces más rápido que el de los adultos. En quince minutos el peque puede sufrir un golpe de calor intenso y, en media hora, el jamacuco puede ser fatal. No creas que lo solucionas con el coche en la sombra, las ventanillas bajadas o en un parking. Dejar a los peques en el coche en verano siempre es peligrosísimo, además de estar prohibido por ley. Aunque te tiente bajar a por el pan sin desatar el arnés, sacar al niño, cargarlo y todo el lío que conlleva una parada corta, no te arriesgues.

Ten cuidado también al coger el coche cuando ha estado aparcado al sol. Si no tienes una funda de protección para la silla del coche (como los parasoles) pon el aire acondicionado unos minutos para resfrescar tanto el interior del vehículo como el material de la silla, que estará berreando.

4. CUIDADO CON EL AHOGAMIENTO SECUNDARIO

Divertirse en el agua es lo mejor del verano. Chapotear, salpicar, tirarse en bomba, nadar, agarrarse a un flotador gigante en forma de cangrejo. Los peques están deseando lanzarse al agua y, generalmente, los padres estamos pendientes. Tanto el verano pasado como éste vivo como los lagartos de «La 2», con un ojo en mi hija y el otro donde corresponda. Mi niña tiene dos años y está haciendo sus primeros pinitos en el agua así que no conviene despistarse ni un pelo. Estoy a su lado en todo momento aunque lleve el churrito. Y bien que hago porque, aun así, se me ha volcado ya un par de veces.

Es la razón por la que no soy muy amiga de manguitos y demás. Éste tipo de artilugios «de seguridad» hacen que los padres nos relajemos. Y cuando uno se relaja, se aleja más y mira menos. Y eso puede tener consecuencias muy serias, como que el peque se nos «medio ahogue». Aunque reaccionemos rápido, puede que no quede ahí la cosa.

El ahogamiento secundario o ahogamiento «en seco» ocurre tras un ahogamiento previo con reanimación. Lo que viene a ser un susto de los gordos, cuando el peque se queda varios segundos bajo el agua y hay que reanimarle. No me lo quiero ni imaginar. Pasado el susto y una vez te dejan de temblar las piernas te vas a casa sin saber que aún hay riesgo. Que haya quedado agua en los pulmones, con sus productos químicos en el caso de las piscinas, y desarrollen un edema pulmonar en las siguientes 72 horas. En un caso así, ni lo dudes: a urgencias de cabeza para confirmar que está todo bien.

No obstante, aunque nunca estamos libres de accidentes, con un poco de precaución el verano será lo que debe ser: la época más divertida del año. ¡Feliz Verano!

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2 comments

  1. Noe says:

    Consejos muy útiles. Nosotros pusimos a nuestro niño de 18 meses camiseta y gorro con protección UVA y crema solar con filtro físico. Quizá parecíamos unos exagerados porque la orilla estaba llena de niños jugando al sol (algunos incluso sin gorro),pero en estos casos más vale prevenir que lamentar!

    • Carita says:

      Gracias por compartir tu experiencia! El verano pasado unos vecinos de la playa decían que mi peque (1 año) parecía guiri. Y lo parecía, entre tanto bebé sin gorrito siquiera a pleno sol pero estaba protegidísima y en estos primeros años es muy importante 🙂 Un abrazo!

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