Está claro que la alimentación ha cambiado mucho en las últimas décadas. Todo se ha industrializado y las tácticas que utiliza esa industria alimentaria para vendernos sus productos son cada vez menos éticas y más agresivas. Continuamente nos presentan de forma atractiva productos poco recomendables intentando convencernos de que, en realidad, son beneficiosos para nuestra salud y, más sangrante aún, para la de nuestros hijos. Y si nada lo impide, nosotros nos lo creemos.
Me queda el consuelo de que vamos por el buen camino viendo que cada vez más campañas alertan sobre este tipo de productos insanos. Desde la genial labor que están haciendo conocidos nutricionistas en redes sociales, como Julio Basulto, Juan Revenga o Carlos Casabona, hasta páginas como sinazúcar.org, pasando por espacios de todo tipo, como éste. Pero cada día compruebo que falta todavía mucha, mucha conciencia social sobre lo que es y no es saludable.
Y puede ocurrirnos que queramos cuidar lo que comen nuestros hijos pero, al llegar al supermercado, nos asalten las dudas. ¿Cómo podemos saber si un producto es saludable para ellos? ¿Cómo elegir, por lo menos, el «menos malo»?
Lo primero que debemos tener claro es que, si buscamos una alimentación saludable, lo que debemos meter en el carrito de la compra son alimentos, no productos. Muchas veces vivimos tan preocupados por equilibrar los diferentes nutrientes que queremos ofrecer a nuestros hijos que olvidamos algo fundamental: asegurarnos de que nuestra nevera y nuestra despensa estén llenas de alimentos. Es decir: manzanas, plátanos, patatas, calabacines, tomates, huevos, carnes no procesadas, pescado, leche… Alimentos, que no requieran etiquetas, que se encuentren en la naturaleza, que existan en sí mismos sin que nadie los fabrique industrialmente. Todos hemos visto manzanos, plataneros, gallinas, vacas… Hasta la fecha nunca vi un árbol de Chiquilines, Yatecomos o Iogolinos.
Así que nuestra prioridad y el porcentaje más amplio del carro deberían ser, simplemente, alimentos. Pero si compramos un producto procesado es ESENCIAL que al menos sepamos leer correctamente su etiquetado para saber qué nos estamos llevando a casa.
¿Cómo? Os dejo algunos consejos básicos a tener en cuenta:
1. Olvidarnos del frontal
Si queremos saber si un producto es saludable, lo último en lo que debemos confiar es en los mensajes que lleve su parte frontal. Artesano, de la abuela, caseras, de mamá, sin azúcares añadidos, energía y crecimiento, ayuda al tránsito… los hay de todo tipo y todos muy rebonitos y tranquilizadores pero tenemos que tener muy presente siempre que en la parte frontal no nos dan información sobre el producto. En la parte frontal nos lo intentan vender. Es marketing puro y duro. Ni caso.
Os pongo un ejemplo facilón: las galletas digestive. Digestive muy grande por delante. Disclaimer en chiquitín en el lateral: «la palabra ‘
Como dice mi madre: un camelo.
2. Huir de etiquetados largos:
Cualquier producto procesado lleva algún añadido. Excipientes, conservantes, estabilizantes… partimos de la base de que va a ser extremadamente difícil que no lleve «algo». Pero podemos minimizar todos esos «añadidos» en lo posible.
Estas navidades fui a bichear un «roscón casero» y conté horrorizada trece líneas de ingredientes. Trece líneas. Por supuesto, un producto así en mi casa no entra.
Si el etiquetado es infinito… volved a dejarlo en la estantería. Sea lo que sea, de verdad, no compensa.
3. Buscar el orden de los ingredientes y saber entenderlos:
Legalmente, la etiqueta debería enunciar los ingredientes de forma clara, concreta y comprensible para los consumidores. Al menos esa es la teoría porque, en realidad, hay que hacer poco menos que un puñetero máster en etiquetado para entender qué lleva realmente un producto alimentario. A menos que «jarabe de maíz de alta fructosa» sea una forma clara, concreta y comprensible de decir «azúcar».
Pero no sólo es importante lo que leemos sino en qué orden lo leemos ya que, por ley, desde hace un tiempo, es obligatorio que los ingredientes se muestren en orden decreciente de peso.
Esto significa que cuanto antes salga un ingrediente en el listado, más cantidad de dicho ingrediente hay en el producto. Una información MUY útil para destapar algunos productos que se venden como algo MUY diferente de lo que realmente son. Como el Cola-cao, ese «preparado A BASE de cacao» cuyo primer ingrediente no es cacao, sino azúcar (Un 70% concretamente).
Y cuidado con las trampas de los fabricantes al etiquetar. Por ejemplo, cuando evitan mencionar el azúcar como primer ingrediente usando tres, cuatro o cinco tipos diferentes de azúcar en cantidades más pequeñas más abajo en la etiqueta. Quien hace la ley, hace la trampa…
4. Ver siempre la tabla nutricional.
Por último, tenemos que mirar siempre la tabla nutricional. Esto es muy importante porque, entre los mensajes engañosos del frontal y el intento de camuflar los ingredientes menos populares (azúcar, aceite de palma…) muchas veces va a ser la única forma de asegurarnos de si un producto lleva una cantidad excesivamente alta de azúcar, sal o grasas.
Es en la tabla nutricional donde veremos si todo lo anterior cuadra o nos están dando gato por libre en algún punto del camino. Os pongo un ejemplo sangrante: los cereales de bebé.
Mucha gente no sabe que, en su gran mayoría, los preparados de cereales para bebé llevan cantidades de azúcar totalmente inadecuadas para bebés y niños muy pequeños, cuyo consumo antes del año debería ser CERO. Sin embargo, sólo tenéis que mirar la tabla nutricional para ver que andan en torno al 20% de azúcar. Incluso los que dicen bien grande «Sin azúcar». ¿Cómo es posible esto? Y nos volvemos locos mirando la caja por todas partes. En los ingredientes no viene nada de azúcar ¿qué está pasando aquí? Bueno, de este tema hablaré en profundidad en otro post pero el quid está en el proceso al que someten a los cereales. Mirad SIEMPRE la tabla nutricional.
La industria alimentaria se va a preocupar únicamente por vendernos sus productos y para ello utilizará todas las estrategias a su alcance, sean más o menos éticas. Tendremos que ser nosotros los que estemos muy atentos para saber qué nos estamos llevando realmente a casa porque somos nosotros los únicos que nos vamos a preocupar de nuestra salud y de la de nuestros hijos.
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Yo me considero una madre sobre protectora. Cuando voy a hacer mis compras al supermercado selecciono la comida detalladamente. Mis amistades me dicen que debería de darle más libertad. Saludos, enamorada de tu post 🙂
Hola! Yo creo que nos la cuelan tanto que hay que «protegerse» un poco mirando al menos qué nos llevamos a casa en realidad. Un abrazo!!
Desde uqe comencé con esta preciosa etapa de la maternidad, con mellizas además y una de ellas con intolerancia a la lactosa, así como alergia al huevo, obligada me he visto a leer,e studiar y llevar un listado de los productos «buenos» y malos, las etiquetas son el pan nuestro de cada día y, lo cierto es que me ha venido muy bien porque he aprendido mucho sobre la alimentación de mis peques, comen más sano, intento siempre hacer yo la comida «por si las moscas» y la tabla nutricional es el punto de partida. me han encantando ver que no soy la única que lo hace, porque ya me consideraba un bicho raro en los centros comerciales mirando una y otra etiqueta mientras el resto de las madres se limitan a coger paquetes sin ni siquiera mirar. Muchas gracias, sin duda me habéis alegrado la vida.,saludos, me he apuntado a las novedades del blog y se lo recomendaré a las mamás y papás de mis grupos de facebook y google + porque esto hay que compartirlo, saludos
Hola Nuria! Gracias a ti por este comentario que me alegra a mí el día 🙂 Un abrazo
Yo soy desde añossss (desde el 2008)una fanática del etiquetado, de lo ecológico y de todo de lo que ahora se promueve por las redes. Me alegro de que así sea y que empresas vayan apostando por alimentos sanos. Aun así, lo mejor materia prima fresca frutas, verduras…etc ¡que te voy a contar que no sepas! Jajaj besos
Yo siempre me reía de las mamás que iban histéricas mirando etiquetas. Y ahora yo soy una de ellas. Nunca digas de esta agua no beberé.
Me encantaría que visites mi nuevo blog, https://inventandounamama.blogspot.com
En el hablo de las dificultades para concebir y por supuesto la aventura de la maternidad. De verdad que sería un honor que me visites.
Hola Crisent! Bienvenida a esta aventura de compartir la maternidad. Te deseo lo mejor. Un honor que me cites 🙂 Un abrazo!